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Suave Es La Noche

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156<br />

«vuelve prontooo». Y después recorrimos la espinilla caliente y siniestra de la bota italiana<br />

con el viento que susurraba entre aquellos castillos misteriosos y los muertos que nos<br />

contemplaban desde lo alto de aquellas montañas.<br />

... Se está bien en este barco, golpeando los dos la cubierta con nuestros tacones al mismo<br />

tiempo. Ésta es la esquina donde sopla el viento y cada vez que la doblamos, me inclino<br />

haciendo frente al viento y me envuelvo bien en el abrigo sin perder el paso que marca<br />

Dick. Cantamos cualquier tontería:<br />

Oh, oh, oh, oh,<br />

no hay más flamencos que yo, oh, oh, oh, oh,<br />

no hay más flamencos que yo...<br />

<strong>La</strong> vida con Dick es muy divertida. <strong>La</strong> gente que está en las hamacas nos mira y una mujer<br />

está tratando de entender lo que cantamos. Dick se ha cansado ya de cantar, así que, sigue<br />

tú solo, Dick. Solo andarás de otra manera, por una atmósfera más densa, abriéndote paso<br />

entre las sombras de las hamacas a través del humo pegajoso de las chimeneas. Notarás tu<br />

propio reflejo deslizándose en los ojos de los que te miran. Ya no estás en una isla. Pero<br />

supongo que hay que tocar la vida para poder saltar de ella.<br />

Contemplo el mar sentada en el puntal de este bote salvavidas; el viento agita mi pelo y el<br />

sol lo hace brillar. Permanezco inmóvil contra el fondo del cielo y este bote fue hecho para<br />

transportar mi silueta a la oscuridad azul del futuro. Soy Palas Atenea tallada con<br />

veneración en la proa de una galera. El agua está entrando en los retretes y el follaje de<br />

espuma verde esmeralda se repliega protestando por la popa.<br />

... <strong>Es</strong>e año viajamos mucho, de Woolloomooloo Bay a Biskra. Al entrar en el Sahara nos<br />

tropezamos con una plaga de langostas y el chófer nos explicó amablemente que eran<br />

abejorros. Por las noches el cielo estaba cubierto, preñado con la presencia de un dios<br />

extraño que nos vigilaba. ¡Oh, aquella pobrecita Ouled Nail, tan desnuda! <strong>La</strong> noche era un<br />

estruendo: los tambores del Senegal, las flautas, los gemidos de los camellos y el golpeteo<br />

incesante de los nativos con sus zapatos hechos de viejos neumáticos.<br />

Pero en esa época yo estaba otra vez mal: los trenes y las playas eran una misma cosa para<br />

mí. Por eso me había llevado de viaje, pero después de nacer mi segundo hijo, mi pequeña<br />

Topsy, todo se volvió oscuro de nuevo.<br />

... Si pudiera avisar a mi marido, que ha tenido a bien abandonarme aquí, dejándome en<br />

manos de incompetentes. ¿Qué dice usted, que mi niña es negra? <strong>Es</strong>o es ridículo. <strong>Es</strong> una<br />

broma de mal gusto. Fuimos a África exclusivamente para ver Timgad, puesto que lo que<br />

más me interesa en la vida es la arqueología. <strong>Es</strong>toy harta de no saber nada y de que me lo<br />

recuerden a cada instante.

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