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Suave Es La Noche

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-¡Quién se iba a comprar un vestido así salvo la reina de un crucero alrededor del mundo!<br />

¿No crees? ¿Eh? ¡Despierta! <strong>Es</strong> un vestido con historia. Todo ese material que le sobra<br />

tiene una historia y siempre habrá alguien en un crucero alrededor del mundo que se sienta<br />

lo bastante solo para querer escucharla.<br />

Casi se aturulló con las últimas palabras. Había hablado demasiado para lo que solía y a<br />

Abe, viendo la expresión seria e inmutable de su cara, le resultaba difícil creer que hubiera<br />

dicho nada. Se irguió haciendo un esfuerzo hasta quedar en una postura en la que parecía<br />

estar de pie aunque estuviera sentado.<br />

-<strong>La</strong> tarde que me llevasteis a aquel baile tan raro -empezó Abe-, ¿sabes cuál te digo? El de<br />

Sainte-Geneviéve.<br />

-Sí, ya me acuerdo. Fue muy divertido, ¿no?<br />

-Yo no me divertí nada. No me ha divertido nada veros esta vez. <strong>Es</strong>toy harto de vosotros<br />

dos, pero no se nota porque vosotros estáis aún más hartos de mí. Ya me entiendes. Si me<br />

quedaran energías, intentaría hacerme nuevos amigos.<br />

Nicole estrujaba sus guantes de terciopelo al replicarle:<br />

-No sirve de nada ponerse desagradable, Abe. Sé que no piensas lo que dices, y no<br />

entiendo por qué tienes que haber renunciado a todo.<br />

Abe reflexionó, haciendo un esfuerzo por no toser o sonarse la nariz.<br />

-Supongo que llegué a aburrirme de todo. Y había que hacer tal esfuerzo para retroceder a<br />

fin de poder llegar a alguna parte.<br />

Un hombre podrá hacerse muchas veces el niño indefenso delante de una mujer, pero casi<br />

nunca lo consigue cuando más se siente como un niño indefenso.<br />

-No tienes excusa -dijo Nicole, tajante.<br />

Abe se sentía peor por momentos. No se le ocurría hacer ningún comentario que no fuera<br />

desagradable y crispado. Nicole llegó a la conclusión de que lo mejor que podía hacer era<br />

permanecer sentada mirando al infinito con las manos sobre el regazo. Durante un<br />

momento no hubo la menor comunicación entre ellos. Cada uno trataba de alejarse del otro<br />

a toda prisa, deteniéndose a respirar sólo si veía ante sí<br />

un fragmento de cielo azul que el otro no hubiera visto. A diferencia de los amantes, no<br />

tenían pasado; a diferencia de los matrimonios, no tenían futuro. Y sin embargo, hasta esa<br />

misma mañana, Abe era la persona que más quería Nicole, con excepción de Dick, y Abe, a<br />

su vez, había estado totalmente enamorado de ella durante años, con un amor que le<br />

oprimía el vientre de terror.

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