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Suave Es La Noche

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205<br />

XX<br />

Una vez que salió del ascensor, Dick siguió por un corredor tortuoso y al fin oyó una voz<br />

distante que salía de una puerta entreabierta y dirigió sus pasos hacia allí. Rosemary llevaba<br />

un pijama negro; en la habitación estaba todavía el carrito con los restos de la comida.<br />

<strong>Es</strong>taba tomando café.<br />

-Sigues siendo muy guapa -dijo Dick-. Un poco más guapa incluso.<br />

-¿Quieres café, jovencito?<br />

-Perdona el aspecto que tenía esta mañana.<br />

-Sí, tenías mal aspecto. ¿Te encuentras bien ya? ¿Quieres café?<br />

-No, gracias.<br />

-<strong>Es</strong>tás otra vez muy bien. <strong>Es</strong>ta mañana me asusté. Mamá va a venir el mes que viene, si<br />

seguimos rodando aquí. Siempre me pregunta si te he visto por aquí, como si pensara que<br />

vivimos en casas contiguas. A mamá siempre le gustaste. Pensaba que eras una persona que<br />

valía la pena que conociera.<br />

-Pues me alegro de que todavía se acuerde de mí.<br />

-¡Claro que se acuerda! -le aseguró Rosemary-. Muchísimo, además.<br />

-Te he visto en alguna película que otra -dijo Dick-. Una vez hice que proyectaran <strong>La</strong> niña<br />

de papá sólo para mí.<br />

-Pues en esta de ahora tengo un papel muy bueno, si no lo cortan.<br />

Rosemary se levantó y le rozó el hombro a Dick al pasar por detrás de él. Llamó a<br />

recepción para que se llevaran el carrito y luego se acomodó en un sillón.<br />

-Cuando te conocí era sólo una niña; Dick. Ahora soy una mujer.<br />

-Quiero que me cuentes todo lo que has hecho estos años.<br />

-¿Cómo está Nicole? ¿Y <strong>La</strong>nier y Topsy?<br />

-<strong>Es</strong>tán todos muy bien. Se acuerdan mucho de ti.<br />

Sonó el teléfono. Mientras ella lo contestaba, Dick se puso a hojear dos novelas, una de<br />

Edna Ferber y la otra de Albert McKisco. Entró el camarero a llevarse el carrito. Privada de<br />

su presencia, Rosemary parecía más sola con su pijama negro.

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