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Suave Es La Noche

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268<br />

Nicole no quería una vaga relación amorosa idealizada; quería una «aventura», un cambio.<br />

Si se ponía en el lugar de Dick, comprendía que, considerado superficialmente, era una<br />

vulgaridad ceder, sin emoción alguna, a un impulso egoísta que representaba una amenaza<br />

para todos. Por otra parte; pensaba que era Dick el culpable de que la situación misma se<br />

pudiera plantear y consideraba sinceramente que aquel experimento podía tener un valor<br />

terapéutico. A lo largo de todo el verano se había sentido estimulada al ver a la gente hacer<br />

exactamente lo que sentía deseos de hacer sin ser castigada por ello. Además, a pesar de su<br />

intención de no seguir engañándose a sí misma, prefería pensar que lo que estaba haciendo<br />

era meramente tentativo y que en cualquier momento se podía volver atrás...<br />

En la tenue sombra Tommy la rodeó con sus brazos de dril blanco y la atrajo hacia sí,<br />

mirándola a los ojos.<br />

-No te muevas -dijo ella-. De ahora en adelante voy a pasar mucho tiempo mirándote.<br />

El pelo de Tommy olía ligeramente a perfume y de su traje blanco se desprendía un vago<br />

olor a jabón. Nicole tenía los labios apretados, no sonreía, y durante un rato se quedaron<br />

simplemente mirándose.<br />

-¿Te gusta lo que ves? -susurró Nicole.<br />

-Parle français.<br />

-Muy bien -dijo ella, y volvió a preguntarle en francés-: ¿Te gusta lo que ves?<br />

<strong>La</strong> atrajo más hacia sí.<br />

-Todo lo que veo en ti me gusta.<br />

Pareció vacilar un momento.<br />

-Creía que conocía bien tu cara, pero, por lo visto, hay cosas que no conocía. ¿Desde<br />

cuándo tienes ojos blancos de bribona?<br />

Nicole se separó de él, sorprendida e indignada, y exclamó en inglés:<br />

-¿Para eso querías que habláramos en francés?<br />

Al ver que se acercaba el mayordomo con el jerez, bajó la voz.<br />

-¿Para poder insultarme con más precisión? Aparcó bruscamente sus pequeñas posaderas<br />

en una silla sobre la que había un cojín de tela plateada.<br />

-No tengo ningún espejo aquí -dijo, nuevamente en francés pero con aire tajante-, pero si<br />

mis ojos han cambiado es porque estoy bien otra vez. Y al estar bien, habré vuelto a ser

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