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Suave Es La Noche

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había elegido. Cuando llegaron al hotel, Baby Warren le sometió a un rápido examen y, al<br />

no hallar en él ninguno de los rasgos distintivos que respetaba, los atributos o gracias más<br />

sutiles por los que se reconocían entre sí los miembros de las clases privilegiadas, le aplicó<br />

al trato reservado para los de fuera. A Nicole siempre le imponía un poco su presencia. En<br />

cuanto a Dick, le tenía afecto como tenía afecto a todos sus amigos: sin ninguna reserva.<br />

Al llegar la noche, se deslizaron pendiente abajo en dirección al pueblo en los pequeños<br />

trineos que cumplen el mismo propósito que las góndolas en Venecia. Su destino era un<br />

hotel en el que había una anticuada taberna suiza, toda en madera y resonante, repleta de<br />

relojes, barriles, picheles y cabezas de ciervo. En torno a las largas mesas había muchos<br />

grupos de personas, como si formaran más bien un solo grupo numeroso, que estaban<br />

comiendo fondue, una versión particularmente indigesta del rarebit galés, mitigada con un<br />

vino caliente y aromático.<br />

Reinaba un ambiente de jovialidad en la gran sala. Así lo hizo notar el inglés más joven y<br />

Dick reconoció que jovialidad era la palabra exacta. El vino estimulante y cabezudo le hizo<br />

relajarse y le dio por imaginar que el mundo volvía a ser lo que había sido gracias a<br />

aquellos hombres de pelo gris salidos del alegre y desenfadado fin de siglo que cantaban<br />

viejas canciones junto al piano con voces estentóreas, aquellas voces juveniles y aquellos<br />

vistosos trajes que los remolinos de humo hacían que entonaran con el color de la sala. Por<br />

un momento tuvo la sensación de que se encontraban en un barco a punto de recalar; en los<br />

rostros de todas las muchachas se leía la misma inocente esperanza ante las posibilidades<br />

que parecían brindar la situación y la noche. Dick miró alrededor para ver si se encontraba<br />

allí una muchacha que le había llamado particularmente la atención y tuvo la impresión de<br />

que estaba en la mesa que había detrás de la suya. Enseguida se olvidó de ella, improvisó<br />

un disparate cualquiera y trató de hacer que los de su mesa lo pasaran bien.<br />

-Tengo que hablar contigo -le dijo Franz en inglés-. No puedo estarme aquí más de<br />

veinticuatro horas.<br />

Ya sabía yo que te traías algo entre manos. -Tengo un plan que es... ¡maravilloso!<br />

Franz le puso la mano a Dick en la rodilla.<br />

-Tengo un plan que supondría el éxito para nosotros dos.<br />

-¿Y en qué consiste?<br />

-Dick: sé de una clínica que podría ser nuestra, la vieja clínica de Braun junto al lago de<br />

Zug. Todas las instalaciones son modernas, salvo en algunos pequeños detalles. Braun está<br />

enfermo. Se quiere ir a Austria, probablemente a morir. <strong>Es</strong> una oportunidad que no volverá<br />

a repetirse. Tú y yo. ¡Menudo par! Por favor, no digas nada hasta que acabe.

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