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Suave Es La Noche

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Pensó que tal vez fuera mejor parar ahí, pero como la sinceridad de su tono parecía estar<br />

empezando a afectar al comisario, continuó:<br />

-Detenerla sería como detener a alguien de la familia real inglesa. Podría significar... ¡la<br />

guerra!<br />

-¿Y la otra entonces, la inglesa?<br />

-A eso iba. <strong>Es</strong> la prometida del hermano del príncipe de Gales, el duque de Buckingham.<br />

-Será una excelente esposa para él.<br />

-<strong>Es</strong>tamos dispuestos a ofrecer...<br />

Hizo un cálculo rápido.<br />

-... mil francos a cada una de las chicas... y otros mil al padre de la más «seria». Y además,<br />

otros dos mil francos para que los distribuya usted como crea conveniente (se encogió de<br />

hombros al decir esto) entre los policías que las arrestaron, el dueño de la pensión, etcétera.<br />

Le entregaré a usted los cinco mil francos para que empiece las negociaciones<br />

inmediatamente. Luego se las podría dejar en libertad bajo fianza con alguna acusación,<br />

como por ejemplo la de haber perturbado el orden público, y si se les impone alguna multa,<br />

será pagada mañana mismo ante el tribunal, por medio de un mensajero.<br />

Antes de que el comisario dijera nada, Dick comprendió por su expresión que no iba a<br />

haber ningún problema. Al fin el comisario dijo, en tono vacilante:<br />

-No les he hecho ficha porque no llevan documentos de identidad. Voy a ver si... Venga,<br />

déme el dinero.<br />

Una hora más tarde, Dick y el señor Gausse dejaban a las dos mujeres ante el Hotel<br />

Majestic, en donde el chófer de <strong>La</strong>dy Caroline esperaba dormido en el cabriolé de ésta.<br />

-No se olviden -dijo Dick- de que le deben al señor Gausse cien dólares cada una.<br />

-No me olvidaré -dijo Mary-. Mañana mismo le doy un cheque... con algo más.<br />

-¡Pues yo no pienso!<br />

Todos se volvieron sorprendidos a <strong>La</strong>dy Caroline, que, totalmente repuesta ya, era la<br />

imagen misma de la virtud ofendida.<br />

-Me parece todo humillante. Yo no les autoricé de ningún modo a dar cien dólares a esa<br />

gente.<br />

El pobre Gausse, de pie junto al coche, echó fuego por los ojos de repente.

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