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v. La familia con hijos adolescentes - M-cano.com

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172 José Antonio Ríos González<br />

<strong>La</strong> carga emocional que se pone en juego es muy fuerte y la serie de<br />

interrogantes que plantean los padres resulta <strong>com</strong>pleja y abrumadora: ¿Qué<br />

hemos hecho? ¿A qué se debe esta decisión? ¿De qué huye? ..<br />

Ninguna de tales preguntas tiene una respuesta tranquilizadora. <strong>La</strong> razón está<br />

en que tales preguntas no van directamente encaminadas a buscar el meollo<br />

de la cuestión. El hijo no huye de nada ni reprocha nada <strong>con</strong>creto. Tal vez no<br />

sabría dar una pequeña 11 razón 11 de su actitud o su decisión. Se va, simplemente,<br />

porque necesita irse, porque lIalgo ll le empuja a ello; porque <strong>con</strong> la huida se<br />

libera de algo difuso y hondo que domina todo su <strong>com</strong>portamiento.<br />

Pero todo ello si se trata de en<strong>con</strong>trar la clave que explique el por qué de la<br />

huida física.<br />

<strong>La</strong> huida emocional discurre por otros cauces. Se permanece en el hogar, se<br />

aceptan ciertas normas que no resultan excesivamente duras para evitar roces<br />

y no levantar IIdramas ll<br />

• Pero el centro de interés, las aspiraciones, los deseos,<br />

no tienen ningún punto de <strong>con</strong>fluencia <strong>con</strong> lo que <strong>con</strong>stituye el móvil de la <strong>familia</strong><br />

<strong>com</strong>o totalidad.<br />

Padres e hijo están en distinta onda y existe una disociación porque se camina<br />

por distintos niveles. Esa huida, aunque a los padres les afecte menos porque<br />

también trasciende menos al exterior, es más radical que la huida física.<br />

El segundo planteamiento <strong>con</strong>duce a un proceso de <strong>con</strong>quista y reestructuración<br />

de lo anteriormente vivido. Se trata de la búsqueda de algo. Y ahí si existen<br />

posibles respuestas que permiten dominar la situación real de la <strong>familia</strong> en la<br />

que aparece la crisis de que hablamos. Los padres que antes se preguntaban<br />

11 ¿de qué huye?lI, 11 ¿a qué se debe?lI, .. ¿qué hemos hecho?1I... cambiarán la<br />

formulación por otra: 11 ¿qué busca el hijo o hija?", 11 ¿qué necesita?lI, .. ¿qué echa<br />

de menos o qué no le hemos dado...?"<br />

<strong>La</strong> razón de este nuevo enfoque reside en que no es lo mismo ponerse en<br />

marcha para huir de algo que buscar algo.<br />

<strong>La</strong>s primeras preguntas llevan a <strong>con</strong>feccionar un catálogo de cosas que se<br />

han hecho por los <strong>hijos</strong> y <strong>con</strong> las que se pretende hacer ver al hijo que no tiene<br />

motivos para marcharse de casa. Naturalmente que son cosas válidas, pero hay<br />

necesidad de profundizar y preguntarse si junto a tal validez han tenido el valor<br />

de ser suficientes para lo que las necesidades del hijo reclamaban. <strong>La</strong>s<br />

preguntas del segundo bloque ponen el dedo en puntos tan neurálgicos <strong>com</strong>o<br />

los de los "posibles ll<br />

abandonos, carencias, descuidos, vacíos. Es así <strong>com</strong>o<br />

puede llegar a explicarse -aunque no se justifique- que el hijo rompa <strong>con</strong> el<br />

hogar.

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