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v. La familia con hijos adolescentes - M-cano.com

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Manual de Orientación y Terapia Fammar 369<br />

<strong>La</strong> <strong>con</strong>quista de, la intimidad, así <strong>com</strong>o su qescubrimiento, deben estar asegurados<br />

por la organización y estructura del subsistema, hasta tal punto que nunca<br />

una invasión por parte de los otros impida este objetivo que es esencial para el<br />

buen funcionamiento emocional del ser en crecimiento.<br />

Hay una intimidad propia del niño que debe ser salvaguardada: la intimidad y<br />

el aislamiento que precisa para desarrollar sus juegos de fantasía, su <strong>con</strong>quista<br />

de la realidad, su despliegue de potencialidades en las formas en que vaya<br />

presentándose a lo largo de su infancia. Nunca debe ser perturbado el mundo<br />

del juego infaotU, sus elaboraciones de ensueño y fantasía, su modo de integrar<br />

los aprendizajes, su elección de modelos y objetos de identificación.<br />

Hay una intimidad propia del adolescente que queda velada por el misterio de<br />

los afectos, la profundidad de los sentimientos <strong>com</strong>partidos <strong>con</strong> muy pocos y la<br />

hondura de emociones para cuya transmisión necesita tener asegurado un<br />

mínimo de pudor y de reserva. El adolescente está lleno de silencios, no porque<br />

en el fondo de su espíritu no hay motivos de resonancia, sino porque el silencio<br />

roto precisa de un clima que no siempre encuentra. El tema de la intimidad<br />

adolescente debe ser un tema <strong>con</strong>ocido, estimado y respetado por los padres.<br />

Si no es así, el adolescente buscará otros ambientes para <strong>con</strong>trarrestar lo que<br />

percibe muy hondamente. Y el fenómeno dellldiario ll es la evidencia de que sólo<br />

un libro cerrado puede ser el <strong>con</strong>fidente de intimidades que no todos saben<br />

degustar en un clima de respeto y aceptación.<br />

Hay una intimidad propia. del adulto que la <strong>familia</strong> ha de respetar: la intimidad<br />

de los padres en cuanto tales y en cuanto esposos. Y ello <strong>con</strong> relación a los<br />

propios <strong>hijos</strong>, pero también <strong>con</strong> respecto a los miembros de los respectivos<br />

sistemas <strong>familia</strong>res de origen. Hay parejas que están azotadas no por residuos<br />

del tan llevado y traído II<strong>com</strong>plejo de edipoll, sino por la falta de aceptación de<br />

que el hijo o la hija ha dejado el hogar <strong>familia</strong>r de origen tiene derecho a una<br />

intimidad a la que sólo se tendrá acceso en el caso de que sea abierta la puerta<br />

por quien es dueño de ella.<br />

Cuando se está atento a ello, se descubre que muchas <strong>familia</strong>s violan estas<br />

intimidades bajo ropajes de interés, protección, prestación de ayuda o intentos<br />

de acercamiento desde los que plantear una mejor <strong>com</strong>prensión. No es cierto<br />

que sea así, y la orientación y la terapia han de tener muy presente la creación<br />

de mecanismos que garanticen la defensa de la propia intimidad de cada<br />

miembro. Con independencia de la edad que tengan tales miembros.

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