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v. La familia con hijos adolescentes - M-cano.com

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244 José Antonio Ríos González<br />

apego a ambos progenitores, aunque prefieren a la madre en situaciones de<br />

estrés, mientras que desde el punto de vista afiliativo, y despues del primer año<br />

de vida, los varones prefieren al padre porque éste es el que interactúa más <strong>con</strong><br />

el hijo en este plano.<br />

De cualquier modo es evidente que el padre es una figura importante para el<br />

hijo y que una adecuada orientación y posible terapia de la interacción <strong>familia</strong>r<br />

debe tender a hacer más fuerte y <strong>con</strong>stante esta relación que reforzará los<br />

vínculos que se sintetizan en el lIapegoll. Lo que es <strong>con</strong>veniente es saber<br />

detectar cuándo y cómo aparecen las expresiones de su existencia. CHAFFER<br />

y EMERSON (1964), sobre datos proporcionados por las madres, <strong>con</strong>sideran<br />

un índice de apego las reacciones del niño tanto al alejamiento del padre <strong>com</strong>o<br />

a su entorno. Con un <strong>com</strong>portamiento que se inicia hacia los 7/9 meses, el71 %<br />

de los niños lloraban, tanto al alejamiento del padre <strong>com</strong>o al de la madre, y<br />

expresaban alegría y gozo a su retorno. Según KOTELCHUCK (1972) la<br />

protesta por el alejamiento de los padres no aparece si uno de ellos -indiferentemente<br />

que sea el padre o la madre- se queda <strong>con</strong> el niño. <strong>La</strong>s preferencias se<br />

sitúan, aproximadamente, hacia un 55% <strong>con</strong> la madre, un 25% <strong>con</strong> el padre y<br />

un 20% que no tiene preferencias, según datos obtenidos por observación<br />

directa.<br />

A esto hay que añadir que SPELKE (1973) <strong>con</strong>stató que los <strong>hijos</strong> que tienen<br />

una relación más estrecha <strong>con</strong> el padre <strong>com</strong>ienzan a protestar más tarde por la<br />

separación, y el llanto dura menos, lo que parece indicar, según él, que el llanto<br />

no es un índice válido de apego.<br />

Otro <strong>com</strong>portamiento investigado ha sido el de a quién acude el niño para pedir<br />

auxilio en un momento dado. Según COHEN y CAMPOS (1974) el orden<br />

preferente es: madre, padre y figura extraña, aunque según otros las diferencias<br />

entre padre y madre no aparecen tan evidentes (WILLEMSEN, FLAHERTY,<br />

HEATON y RITCHEY (1974), FEDELMAN e INGHAM (1975) Y LAMB (1976).<br />

Los estudios realizados en torno a este tema aportan datos sobre los que es<br />

<strong>con</strong>veniente reflexionar. <strong>La</strong>s limitaciones metodológicas, sin embargo, hay que<br />

anotarlas, porque faltan experiencias que abarquen períodos de edad que hasta<br />

ahora han quedado fuera de la observación. El mismo LAMB (1981) indica cómo<br />

***<br />

los estudios realizados tienen en cuenta sujetos a partir de los nueve meses,<br />

mientras que no hay datos de lo que sucede entre los 6 y los 9, que es cuando<br />

según BOWLBY (1969) se forma el ligamen madre-hijo. He ahí, por tanto, un

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