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v. La familia con hijos adolescentes - M-cano.com

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664 José Antonio Ríos González<br />

APENDICE 8:<br />

LOS SENTIMIENTOS DEL TERAPEUTA DURANTE LA<br />

SESION<br />

Cuando los terapeutas se han adentrado en el análisis del interior de sus<br />

pacientes han tenido muy en cuenta el <strong>con</strong>trol de sus emociones y sentimientos.<br />

El modelo clásico del terapeuta más maduro coincide, al menos <strong>com</strong>o utopía,<br />

<strong>con</strong> aquél que no deja traslucir cuanto a<strong>con</strong>tece en su interior mientras escucha<br />

a su paciente. Es una regla sabia y oportuna que facilita un cierto distanciamiento<br />

emocional para no dejarse llevar por una <strong>con</strong>tratransferencia que puede<br />

resultar nociva.<br />

Tanto ha sido la insistencia en este punto que el principio de la lIabstinencia ll<br />

del terapeuta asienta sus raíces en esta experiencia. Y no vamos a discutir su<br />

valor y utilidad.<br />

Sin embargo, se hable o no de ello, el terapeuta tiene sus sentimientos. Tanto<br />

es así que ya sea por su presencia normal o por su impertinente presión, todos<br />

somos <strong>con</strong>scientes de lo que influye durante el desarrollo de una sesión de<br />

terapia.<br />

Hasta ahora se hablaba poco de ello, <strong>com</strong>o si admitirlo fuese re<strong>con</strong>ocerse más<br />

débil que callándolo. Pero en la terapia <strong>familia</strong>r, y si se trabaja en coterapia o<br />

<strong>con</strong> equipo, la cuestión resulta más meridiana; es imposible ignorar esta<br />

realidad. En el recinto recoveco del analista clásico no hay quien detecte este<br />

flujo emocional del terapeuta. Pero en la terapia <strong>familia</strong>r, sí se detecta, porque<br />

1I0tros ojosll ven lo que nosotros queremos ignorar.<br />

Los terapeutas <strong>familia</strong>res hemos empezado a descubrir lo que se oculta en<br />

este mundo tan interno. Y se han <strong>con</strong>vocado Seminarios, Encuentros, Jornadas<br />

Nacionales (Cáceres, 1992) y Congresos Europeos (Sorrento, 1992) para<br />

reflexionar a fondo sobre ello. WHITAKER (1981) afirma que lIel terapeuta debe<br />

dejarse envolver personalmente; su participación emotiva en <strong>con</strong>frontación <strong>con</strong><br />

la <strong>familia</strong> aumenta lentamente y a veces el terapeuta no es <strong>con</strong>sciente de la<br />

profundidad de su implicación hasta que no sucede algo que saca a la superficie<br />

estos sentimientos ll .<br />

<strong>La</strong> experiencia clínica <strong>con</strong> las <strong>familia</strong>s pone de relieve cuanto expresan estas<br />

palabras y por nuestra parte, y desde hace algunos años, ponemos sobre el<br />

tapete esta cuestión tras la celebración de toda sesión de terapia de <strong>familia</strong> o<br />

de pareja, para lo cual creemos necesario tener <strong>com</strong>o esquema de referencias

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