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v. La familia con hijos adolescentes - M-cano.com

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Manual de Orientación y Terapia Familiar 239<br />

<strong>La</strong> paternidad aparece, pues, <strong>com</strong>o <strong>con</strong>fusión. Y en esta <strong>con</strong>fusa espera el<br />

varón recibe muy pocas ayudas. Es cierto, <strong>com</strong>o van desentrañando algunas<br />

investigaciones y pone de relieve la autora que vengo citando, que el hombre<br />

puede vivir sentimientos muy intensos durante el embarazo de la mujer, aunque<br />

simultáneamente se encuentra impotente para en<strong>con</strong>trar un cauce que le<br />

permita expresar tales sentimientos. Ahí debe empezar la ayuda y orientación<br />

pre-padre: hacerle partícipe de los cambios que afectan al cuerpo de la mujer<br />

para que, participando de ellos, encuentre un camino para expresar sus dificultades,<br />

gozos, emociones, al tiempo que disminuyen las distancias y soledades<br />

que se crean en la pareja durante el embarazo.<br />

El pre-padre empezará, por ello, a vivir el embarazo <strong>com</strong>o algo que no es un<br />

hecho de exclusiva <strong>com</strong>petencia de la mujer. Pasará el tópico de que sólo la<br />

mujer sufre y goza <strong>con</strong> la ilusionante espera. El embarazo empezará a <strong>con</strong>cebirse<br />

<strong>com</strong>o algo que afecta a ambos miembros de la pareja y las modificaciones<br />

que se operan en la mujer - aún cargadas de biología inevitable- producirán en<br />

el hombre resonancias emotivas, pero también físicas. Esto no elimina que lo<br />

que es plenitud física en la mujer se <strong>con</strong>vierte en inseguridad y angustia en el<br />

varón, ya que los cambios de la mujer los vive el hombre <strong>com</strong>o amenazantes e<br />

inquietantes. Pero ahí tienen su lugar muchos tópicos y prejuicios que nos<br />

transmite la cultura y que tienden a ser reforzados en todas las épocas porque<br />

nadie se atreve a desafiarlos apoyándose en datos objetivos derivados de una<br />

seria investigación.<br />

Un recorrido por la historia de la cultura - aventura en la que no puedo<br />

detenerme aquí- pone de manifiesto cómo algunas sociedades mantienen<br />

rituales que preparan la paternidad. Un ejemplo típico es la presencia de la<br />

"covada" en muchas culturas y <strong>con</strong> vestigios en algunas zonas de nuestro país<br />

vasco. Se <strong>con</strong>oce <strong>con</strong> tal denominación tomada del francés "couver", "covar" o<br />

hacer nacer, una serie de precripciones y obligaciones relativas al <strong>com</strong>portamiento<br />

del padre y asociadas al nacimiento del hijo y en cuya pormenorizada<br />

descripción se ha detenido PARKE (1981), aunque algunas reflexiones sobre<br />

el tema las debemos a AJURIAGUERRA (1978) que ha investigado este punto.<br />

Es importante anotar que si en nuestra cultura occidental apenas si se mantienen<br />

vivos estos rituales de iniciación a la paternidad, el <strong>com</strong>portamiento prepaternal<br />

está cuajado de síntomas físicos que hacen pensar que los <strong>com</strong>ponentes<br />

biológicos de la paternidad no son muy diferentes de los que tradicionalmente<br />

se asignan a la mujer embarazada. Es importante ver que tales síntomas físicos<br />

(" síndrome de la covada") aparecen hacia el tercer mes del embarazo de la

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