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HISTORIA GENERAL - Provinciasannicolas.org

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DÉCADA XI. CAPÍTULO PRIMERO. ARTÍCULO 8 79<br />

de su dictamen propio. Dábanse algunos hábitos en la capilla de la Reina, porque<br />

le era gran consuelo ver con sus ojos armar caballeras de Cristo a los que por su<br />

industria se alistaban en sus banderas.<br />

Poblado, pues, el nuevo convento, se enarboló en él el estandarte de la cruz, empezando<br />

en él los religiosos a vivir en una reformación muy estrecha. a las constituciones<br />

de los agustinos descalzos de españa, a que se arrimaron por entonces, añadieron<br />

muchos rigores: hábito más penitente: cama sin jergón, sino la tarima con<br />

mantas: disciplina todos los días: pobreza y vida común más rigurosa: la comida de<br />

los viernes de una sola cosa, que no fuese pescado ni huevos: trato de unos con<br />

otros más humilde: oración más frecuente, y otras observancias que hacían el convento<br />

una tebaida.<br />

CAPÍTULO XVI.<br />

Liberalidad y cariño de la Reina con estos conventos.<br />

No es fácil de explicar el consuelo grande de la Reina, después de haber dado a<br />

nuestra Religión estos dos conventos. Ellos la habían robado el corazón: queríalos<br />

con mayor cariño que a los príncipes sus hijos.<br />

Su trato con las monjas era no como de Reina con vasallas, ni como de madre<br />

con hijas, sino como de una hermana menor con las mayores. Tratábalas con respeto<br />

y con amor. El amor la hacía desear hablarlas a todas horas: el respeto la detenía<br />

a no pasar sus umbrales, por no inquietarlas. Y así, cuando las quería hablar, abría<br />

la puerta que tenía su cuarto para el convento, y llamando a la Priora, se hablaban,<br />

sin que la Reina pasase al convento ni obligar a la Priora a entrar en su palacio.<br />

Depuso tanto la majestad con las monjas, que cuando ellas la hablaban y le<br />

llamaban, como era justo, de Majestad, se enojaba amorosamente con ellas, y las<br />

decía: "Mirad, que no me habéis de llamar así, porque vosotras sois mejores que yo:<br />

que si yo he sido mujer de un Rey de la tierra, vosotras sois esposas del Emperador<br />

del cielo. Cuando me dijereis algo, sea de esta suerte: Luisa, hago esto, o aquello"

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