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HISTORIA GENERAL DE LA ORDEN DE AGUSTINOS RECOLETOS
que fué Noche Buena la tuvieron en Albuñol, que les redujo toda la pompa de
la colación de esta noche a un poco de pan con granadas. La del 25 en Sornisan
cómodamente, y el día siguiente fué tan recio el viento, que no les dejaba dar un
paso: y en particular al P. Prior como tan flaco, le tiraba del camino hacia las jaras y
pedernales, adonde se lastimó de suerte, que fué menester abrigarle, porque otro
abrigo más que las alpargatas no llevaba. Pasaron esta noche en Polopos, lugarejo
miserable, adonde lo pasaron como el lugar lo prometía. La del 27 en Gualchos, y a
los 28 llegaron a la ciudad de Motril.
CAPÍTULO XLVI.
Lo que les sucedió en Motril y otros sucesos hasta llegar a Vélez-
Málaga.
Guiaron luego los soldados en Motril a casa del gobernador, y le entregaron el
pliego de los papeles: y luego que los Padres llegaron allí, enviaron una carta a un
portugués de la ciudad, que otro de Adra le escribía. Mientras el gobernador preguntaba
a los pasajeros por su viaje, llegó el portugués de la carta, y pidió licencia
al gobernador para llevarlos a su casa. Concediósela, y al despedirse, sucedió una
cosa que les causó harta admiración y consuelo. Y fué que el gobernador, cuando
los pasajeros se despedían, alargó la mano, y dió el pliego de los papeles al P. Franciscano
descalzo. Aceptólo el Padre, y luego que salieron de casa del gobernador,
dió el pliego a los dos Padres que lo estimaron para sacar de él los papeles que podían
mover al Teniente General, a quien iban, a que les embarazase el viaje.
Llegados a casa del portugués, se les sirvió una harto espléndida comida y no
menos a la cena: después de la cual, subiendo al cuarto que les señalaron, hallaron
aderezadas algunas camas, y una con aderezos más galanes. En ésta se acostó luego
uno de los compañeros seglares, pensando que era para cualquiera de los pasajeros:
pero dentro de breve espacio subió al cuarto un francés, que era también huésped en
casa, e iba a acostarse en su cama, que era aquélla en que el pasajero seglar se había
acostado: mas, hallándola ocupada, hubo otra vez de volverse. Y no importó tan
poco este suceso, que no importase