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DÉCADA XI. CAPÍTULO SEPTIMO. ARTÍCULO 7 533
y se cree fuera la misma en que las depositaron los obispos de Africa al
trasladarlas á Cerdeña.
Esta invención de las reliquias de San Agustín dio origen á una controversia
sobre su autenticidad, en la cual los Ermitaños la defendían contra el
parecer de los Canónigos Regulares, que no solamente la negaban, sino
que algunos llegaron á afirmar que la caja fue encontrada vacía. En la controversia,
que duró más de treinta años, tomaron parte más de cincuenta
doctísimos escritores, entre ellos Muratori. A fin de terminar esta disputa,
que en vez de aclarar el asunto, iba cada día oscureciéndole más, se hicieron
varios reconocimientos y visitas oficiales. El 9 de Febrero de 1696 las
reconocieron los médicos de Pavía; dos veces fueron visitadas por el obispo
Lorenzo Trotti, una el 23 de Junio de 1696 y otra el 15 de Mayo de
1698; dos veces también fueron llamados a declarar sobre el nombre de
Augustino escrito en la caja, los obreros que la descubrieton, en 1695 y en
1698, hasta que viendo el Papa Benedicto XIII, que á pesar de las pruebas
clarísimas que favorecían la autenticidad de las reliquias, continuaban aún
la discusión, escribió el 23 de Enero de 1728 á Francisco Pertusati, obispo
de Pavía, encargándole abriese un nuevo informe, y en vista de las razones
alegadas por ambas partes, declarase ó no la autenticidad, Y el 19 de Julio
del mismo año promulgó Pertusati el decreto en que las declara auténticas,
fundándose en las siguientes razones: El estado en que se encontraban los
huesos encerrados en la pequeña caja de madera indicaban claramente que
habían sido trasladados, y en ninguna parte constaba que hubiesen sido
trasladadas á la iglesia de San Pedro más reliquias que las de San Agustín.
Se sabía también que Luitprando mandó construir una caja de mármol para
depositarlas antes de colocarlas en la cripta de San Pedro, que es donde se
encontraron en una caja de mármol también. Además los Ermitaños y los
Canónigos, cuando estaban encargados al mismo tiempo del culto y custodia
del santo cuerpo, bajaban diariamente á la confesión de San Pedro,
donde tenían continuamente lámparas encendidas, á rezar una antífona á
San Agustín, lo cual prueba que allí estaba su sepulcro. Cuando llegaba á
Pavía alguna persona real que deseaba visitar los restos del Doctor de
Hipona, la llevaban a la misma cripta. En un documento