HISTORIA GENERAL - Provinciasannicolas.org

DÉCADA XI. CAPÍTULO PRIMERO. ARTÍCULO 6 45
Manteca.- Para que haya manteca para el gasto ordinario se suelen criar algunos
lechones, los cuales se crían y engordan en un chiquero que tiene la
casa. Y también se provee de Tunja cuando falta. Y para las lámparas se
saca mantequilla de vacas del ganado del convento; y en faltando, se provee
de aceite que se vende en la Villa. Tiene este cuidado el Hermano Procurador.
– Vestuario.- El sayal se compra en La Palma, a peso la vara. Para túnicas
se compra lienzo de La Palma en lugar de estameña, y suele valer la
vara a cuatro reales. Para el demás vestuario interior se compra pañete
blanco, o mantas que valen a cinco y seis pesos cada manta. Los géneros
de Castilla se compran en Santa Fe por tiempo de armada porque valen
más baratos: y en este tiempo se compra cera para la sacristía.
– Lavandera.- La lavandera de este convento vive en las hospederías;
dásela cada año… y jabón que se compra en Tunja, Villa o en alguna estancia
en que lo hacen de continuo, o se hace en casa. Cuando se compra
suele valer la arroba a veinte reales o a dos pesos.
– Barbero.- El barbero es este año Cristóbal de Montes de Oca, que
acude a hacer la rasura cada quince días, y ha de sangrar cuando sea necesario,
y lo demás que toca a su oficio. Está concertado por un año, y se le
da por su trabajo veintiún pesos.
– Horno de teja.- Hay para hacer teja una gradera, tres galápagos y
moldes de adobes y ladrillos.
– Zapatero.- Las sandalias se compran en Tunja. Las de cordobán
cuestan un patacón, y las de vaqueta cuatro reales."
Véase por estas particularidades el curso que llevaba la vida conventual en
tiempos que la regía el diligente P. Fr. Andrés, y cómo éste mandaba al papel aun
las cosas más insignificantes, por espíritu de obediencia, pues tenía presentes las
ordenanzas del Prelado, que le había dicho que abriese el libro de estado.
Recuerdos de vital interés dejó en el convento de El Desierto. Dondequiera hay
restos del espíritu que le animaba; él, que tanto sabía callar, supo hacer hablar siglos
no interrumpidos a las cosas que realizaba; y lo que es más, hablan y repiten
hoy día alabanzas a su artífice para que los sucesores imiten su conducta.