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HISTORIA GENERAL - Provinciasannicolas.org

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<strong>HISTORIA</strong> <strong>GENERAL</strong> DE LA ORDEN DE AGUSTINOS RECOLETOS<br />

CAPÍTULO XXVII.<br />

Parten para Roma, embarcando para Inglaterra.<br />

Dieron a la vela los dos Padres saliendo del puerto de Lisboa en 25 de Agosto<br />

de 1666. Pusiéronse de seglares, así porque era inglés el bajel, como porque quiso<br />

el P. Prior pasar por Inglaterra, y llevar cartas de recomendación de la Reina Catalina,<br />

infanta de Portugal. Apenas salieron del puerto, luego pagaron al mar el tributo<br />

que violentamente suele cobrar de los navegantes, que es aquel mal que llaman<br />

de mareados. Fórjase este mal en el estómago, de donde sube a la cabeza, y aunque<br />

no causa dolor, trae un descaecimiento tan grande, que causa grande aflicción. El<br />

remedio de esta enfermedad está en el vómito: pero hácese con tal pena, que es casi<br />

enfermedad el remedio. Finalmente, ello es un mal que sin frío ni calentura y con la<br />

salud entera postra a un hombre de suerte que no le deja estar en pie.<br />

El asco a las cosas de comer es infalible en los mareados: y en el P. Prior se<br />

afinó más contra una cosa que le había aplicado el médico para llevarla consigo en<br />

orden a curarse de la tiricia. Tal fué el asco que a aquel remedio tomó, que no sólo<br />

no podía usarlo, mas ni verlo. Pero esto es poco: ni podía oírlo mentar. No obstante,<br />

él en pocos días se halló sin aquel ataque, restituido a sus colores y fuerzas antiguas.<br />

Veintiséis días gastaron en el viaje, pudiéndoles bastar seis: y demás de las<br />

otras molestias que hacen a la navegación enojosa, padecieron vientos contrarios,<br />

un encuentro de enemigos, tres tormentas y frecuentes calmarias. Ultimamente,<br />

cuando fueron a tomar el puerto, fué con la muerte a los ojos: porque la barra era<br />

angosta: a mano derecha peñascos, y a la izquierda arenas. El viento que era tormenta,<br />

cargando al bajel por el costado izquierdo, le impelía a las peñas. Iba un<br />

marinero con la sonda en la mano, y avisó que el bajel estaba sobre una peña con<br />

solos tres palmos de agua. En tan conocido riesgo, orzaron fuertemente los marineros,<br />

y calando las velas echaron el bajel sobre el costado derecho, por desviarle la<br />

quilla del peñasco. Quiso Dios se les logró la industria, y pasando las peñas, se<br />

hallaron entrados en la bahia de Plemud, noble y populosa villa de Inglaterra.

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