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HISTORIA GENERAL DE LA ORDEN DE AGUSTINOS RECOLETOS
Dónar: y cerca de la media noche embarcaron en un barco grande. Dieron a la
vela, y más que nunca mareados, llegaron a la tarde a dar fondo en el puerto de
Neoport, pueblo de Flandes en los Estados del Rey Católico.
CAPÍTULO XXXII.
Toman tierra en Flandes.– Caminan por estos países, y al querer
entrar en la primera ciudad del Rey de Francia se lo estorban.
Salieron luego en tierra: y no teniendo se les llevase la ropa, cargaron con ella a
las espaldas, hasta que vino quien les alivió del trabajo. Llegaron por una dilatada
campaña llena de lodos, que en este país son como visco, a la ciudad, cuyas puertas
estaban ya cerradas: y si no fuera por un Religioso franciscano (inglés de nación y
en otro tiempo hereje, ahora misionero ejemplar) que fué camarada en la navegación,
quizá pasaran la noche en el campo. Este Religioso solicitó que se abriesen las
puertas. Entraron los Padres y fuéronse a un mesón: adonde la mañana siguiente se
pusieron sus hábitos, como en tierra ya de católicos, dijeron Misa y se aligeraron de
ropa, deshaciéndose de parte de los hábitos seglares.
De Neoport pasaron a Ipre, de Ipre a Lila, y de aquí a Arraz, última ciudad de
Flandes, y primera del Rey de Francia por aquella parte. Fueron a entrar en la ciudad,
y detúvolos un guarda de las puertas, diciéndoles que venían de Holanda, donde
había peste. Quedáronse con esto fuera, pensando lo que habían de hacer. Venían
en su compañía un Religioso franciscano y un soldado, entrambos franceses.
Estos, viéndose atajados en el intento de pasar por la ciudad, empezaron a prevenirse
para tomar otro camino y dejar a los dos Padres. Aquí fué grande su congoja,
porque viéndose en tierra desconocida, sin saber camino, ni la lengua de aquel país,
y que los camaradas los querían dejar solos, entraron en cuidado de lo que habían
de hacer. El compañero del P. Prior se inclinaba a que tomasen el camino de Bruselas,
para donde llevaban carta de favor, y sería el paso más fácil: pero no era de este
sentir el P. Prior, porque era un grandísimo rodeo.
En resolución, pidió instantísimamente a los franceses no los dejasen