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DÉCADA XI. CAPÍTULO PRIMERO. ARTÍCULO 8 83
la tierna niñez de sus fundaciones, huérfanas luego que nacidas, necesitadas
por esta razón de poderoso arrimo.
Cogió luego el fruto de la confianza que en su corazón había sembrado el cielo,
ofreciéndole la piadosa liberalidad del Rey, no sólo el proseguir las fundaciones,
sino también acudirlas con el sustento que las daba la Reina su madre. Y porque
para la fundación del nuevo convento de frailes no había aún más de el sitio, encargóse
el Rey de su fábrica, a que quiso dar principio con ponerle de su mano la primera
piedra, como lo hizo, acompañado de su Corte en Mayo del mismo año de
1666, a la honra y gloria de Dios y de la Virgen Ssma. de la Concepción, Patrona y
Titular del convento.
CAPÍTULO XIX.
Opónense los PP. Calzados al progreso de los Descalzos.
La emulación de los Padres Calzados con los Descalzos había estado, no extinta,
sino disimulada en los días de la Reina. Pero, acabados éstos, cobró otra vez sus
bríos, pareciéndoles quizá podrían impresionar en los pocos años del Rey no asistiese
a los Descalzos: cosa que en la Reina, ni pudieron conseguirlo ni era fácil intentarlo.
Pero que se hayan engañado en sus esperanzas se verá en este resumen. Y
pudiera presumirse que así había de ser: porque parece no había de permitir Dios se
lograsen sus tiros contra unas fundaciones, a las que había dado principios, a lo que
parece, prodigiosos.
Quitó esta emulación el rebozo, y tuvo bríos de salir a campo con la ocasión de
una licencia que pidió un religioso Calzado para pasarse a los Descalzos. Pero porque
su vocación no parece fué común, desde ella tomaremos el paso refiriéndola,
como la cuenta el mismo religioso.
CAPÍTULO XX.
Vocación de un Padre Calzado para mejorar de vida.
Vivía este religioso en el convento de Evora rigiendo una cátedra de teología y
era, si no escandaloso, a lo menos divertido. En unas vacaciones fuese a Coímbra
su patria a ver a su madre, si bien quizá no faltaron razones para no hacer aquel
viaje.