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HISTORIA GENERAL DE LA ORDEN DE AGUSTINOS RECOLETOS
Según consta de los libros de cuentas de los Agustinos de Pavía, que
todavía en parte se conservan, el grandioso monumento, hecho todo á sus
expensas 4.000 florines de oro. Por espacio de cuatro siglos permaneció en
la sacristía de los Ermitaños, hasta que en 1738, después del decreto de autenticidad
de las reliquias, fué trasladado al altar mayor de San Pedro, sobre
el sepulcro de San Agustín.
Por mucho tiempo estuvieron ocultas las reliquias, hecho que explican
los historiadores de muy diversas maneras. Bernardo Sacci, en su Historia
de Pavía, dice que Luitprando, para evitar que en lo futuro quedasen de
nuevo expuestas al robo ó á la profanación, mandó construir en la cripta de
San Pedro tres sepulcros completamente iguales, y de noche, y acompañado
de pocos testigos, mandó depositarlas en uno de ellos. Según otros, los
hijos de Pavía, que estimaban más el tesoro de las reliquias de su Santo
que todas las riquezas de la tierra, á fin de que los Reyes ó Príncipes no se
las llevasen, las escondieron en un lugar secreto y profundo, con la obligación
de ir todos una vez á la semana á visitarlas. Conservábase por tradición
el recuerdo del lugar aproximado, y á él concurría el pueblo á sacar
agua de un pozo inmediato, á la cual atribuía virtudes medicinales desde
que por la intercesión del Santo se salvó la ciudad de una peste asoladora.
El 5 de Octubre de 1695, con motivo de una restauración de la iglesia y
de la cripta en donde al principio habían sido depositadas y en donde todos
suponían que se hallaban, fueron descubiertas casualmente las venerables
reliquias. La cripta o confesión de San Pedro era un subterráneo debajo del
altar mayor, adonde se descendía por 25 escalones. En él estaban trabajando
cuando uno de los obreros, sin pretenderlo, rompió una pared de ladrillo,
apareciendo una caja de mármol. Llevados de curiosidad, tiraron toda
la pared hasta descubrirse toda la caja, que estaba cubierta de cemento y
sellada en sus cuatro ángulos con un sello de hierro, llevando escrito con
letras góticas hechas con carbón el nombre de Augustino en la capa de cemento
y en el mármol. Ausente entonces el obispo de Pavía, Mons. Lorenzo
Trotti, fue á reconocer la caja el Vicario con un notario y varios testigos.
Abierta la de mármol, se encontró dentro otra de plata, y en su interior
otra de madera, en la cual estaban las reliquias,