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HISTORIA GENERAL DE LA ORDEN DE AGUSTINOS RECOLETOS
acciones, que hendía lo sutil de un cabello y hacía reparo donde no parecía
que lo había.
Mandáronla en una ocasión diese por escrito cuenta de un particular que le
había pasado en el interior, y no hallando tierra a mano porque no se borrase, valióse
de polvos de cartas. Acusóse después de esto diciendo que parecía era
hacer algún caso de lo que había escrito. Acusóse en otra ocasión de haber deseado
entrañablemente toda su vida ser Religiosa, y dió la razón diciendo: "Que
porque había deseado cosa de que era indigna más que el haberlo deseado
había sido porque era estado más perfecto porque en la Religión la harían ser
buena". Fuera no acabar en breve decir la suma delicadeza con que miraba los
ápices de su conciencia.
¡Oh, fiel hija del siempre excelso Augustino, cómo imitaste sus aquilinos
ojos, todos absortos en contemplar los átomos más mínimos de su interior cristalino.
Acusóse mi gran Padre de haberse alegrado con la luz de un día sereno y
claro y de haberse deleitado con la suave melodía con que en la iglesia se cantaban
los cánticos sagrados. ¡Oh grande facinus! ¡Oh flagitium máximum! exclama
mi Santo Tomás de Villanueva. Gravísima certe crimina, & confusione dignísima.
¡Oh gravísimos delitos los de Agustino! Por cierto que son dignos de una
confusión grandísima. Pues estos pecados tamaños y tan grandes los lloraba,
gemía y se acusaba de ellos, como si en relidad fueran gravísimos aquella sobreexcelente
capacidad profunda de Agustino; y a estos pecados y a estas acusaciones
discurro que se quieren parecer las de su hija.
Sólo a haber de compararla, cabía la comparación con otras almas piadosas,
que cuidan vigilantes de la pureza de su alma, mas, ni con éstas he de compararla;
porque a la verdad, no me acuerdo haber leído de otras estos menudos y delicados
reparos; conque ni por alto ni por bajo encuentro a quien compararla, y así
para no errarlo, a haber de hacer alguna comparación, solo a ella consigo misma
la comparara...
Solía el común adversario tal vez infestarla dormida con alguna imaginación
menos decente (esto tuvo esta mujer de raro, que aun durmiendo no descansaba)
y no obstante que sabía que padecer semejantes sueños no es culpable, como
después no se quieran, o no