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DÉCADA XI. CAPÍTULO PRIMERO. ARTÍCULO 8 103
la Provincia de Portugal, enviado a oponerse a los designios del Padre Prior, y
a negociar, o que la Reforma se extinguiese, o que se sujetase a los mismos Padres
Calzados. Y para que se vea el empeño con que los Padres Calzados tratan este negocio,
hase de advertir que este religioso que enviaron a Roma es el P. Maestro Fr.
M.º de Acevedo, Doctor Teólogo por la universidad de Coímbra, y en ella opositor
a una cátedra. Sacáronle de la Universidad para enviarle a Roma, rompiendo con
esto el hilo de sus pretensiones, que hoy pudieran ya haberse logrado. Pero en la
balanza de la estimación de los Padres Calzados parece pesa más el desdoro que
dicen (algunos) les será haber en Portugal Reforma, que el crédito de poseer en la
Universidad una cátedra. Aun hoy dia asiste este religioso en Roma, y con la asistencia
en aquella corte no ha adelantado su negocio mucho, habiéndose con la ausencia
de la Universidad atrasado en sus pretensiones muchísimo.
CAPÍTULO XXXVI.
Propone el P. Prior al P. General su pretensión y no le complace.
No cayó el ánimo del P. Prior con estas nuevas: antes en el mismo dia fué a dar
las cartas del Rey de Portugal de la Reina de Inglaterra al Cardenal Protector: y
proponiéndole su pretensión, fué del Cardenal bien oído, y por su orden se fué para
el convento de San Agustín N. Padre, cabeza de toda la Orden, adonde quiso el
Cardenal se diese hospedaje a los Padres.
En el dia siguiente habló el P. Prior al General: y llegando al punto del negocio
le halló con una voluntad muy ajena de favorecer a la Reforma. Estaba el P. General
impresionado del religioso Calzado que había venido a impugnar la Descalcez, y
con sus informes y cartas que había tenido de los Padres Calzados de Portugal, negó
de plano al P. Prior lo que le pidió, que era licencia para recibir novicios y nuevas
fundaciones, diciendo al P. Prior que cómo pedía estas licencias cuando no
había ni tan solamente un convento, pues con la vuelta de los Padres Superior y Fr.
Fernando y del H.º Fr. Manuel a los Calzados, y haberse ido los novicios, y pedirle
a él los dos Padres que restaban en el convento licencia para volver a calzarse, estaba
el convento