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HISTORIA GENERAL DE LA ORDEN DE AGUSTINOS RECOLETOS
que se había entablado en esta ciudad, porque la hacía a todas luces grande las
circunstancias de tan magnifico y nobilísimo concurso.
Viendo, pues, con cuánto empeño habían tomado las nubes por su cuenta el
embarazar las calles, y que la tarde caminaba a toda priesa, porque la empujaba la
noche, deseosa de ostentarse día en la copiosa multitud de estrellas, luceros y artificiales
soles, de que estaban bien prevenidos los ventanajes y galerías de este convento,
y, en competencia suya, coronadas en la Alhambra las altivas torres, dispuso
el Ilustrísimo señor Arzobispo que bajase por el claustro la procesión a la iglesia
nueva; y por no ser sitio bastantemente capaz el de algunas puertas para el tránsito
de Maria Santísima y su casa lauretana, se quedó aquella noche a guardar la iglesia
vieja, y antes de amanecer el siguiente día la bajaron los religiosos y tomó posesión
de su nueva casa, y en que pudo discurrir la devoción misterio; pues habiendo
hecho sus mutaciones la milagrosa casa de Loreto tan a la sorda de las gentes, negándose
a humanos ojos, y acompañada solamente de angélicos espíritus, parece
quiso también este día trasladarse este trasunto, no con la ostentación majestuosa
que le tenía prevenida la devoción y afecto, sino acompañada, en las tinieblas de la
noche, de religiosos, en vez de ángeles; tales son en sus costumbres los hijos de
estas religiosa Comunidad.
Bajó, pues, la procesión por el claustro, llevando con suma reverencia la Sagrada
Custodia, en que iba entronizado el mejor Sol, asistido del Ilustrísimo señor,
gravísimo Cabildo, sagradas y venerables Religiones, música y danzas, y de todas
las devotas Cofradías, Nobleza y concurso popular, que tuvo fortuna para ello, porque
como el concurso era mucho, y este sitio no tan capaz como las plazas y calles
por donde estaba dispuesto, no todos tuvieron la dicha de acompañar en su lucida
carrera a tan crecido Sol. Llegó, pues, Su Majestad a su nueva habitación, clarificando
con su divina presencia este nuevo Cielo en hermosura, y colocado en el altar
mayor con reverentes ceremonias, tomó el doctísimo Cabildo sus asientos en un
círculo de escaños aseados, en forma de coro, que estaba prevenido con todas las
cosas necesarias, y presidiendo, revestido, y en su sitial, el Ilustrísimo Prelado, se
dió principio a las vísperas de la dedicación, con