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HISTORIA GENERAL DE LA ORDEN DE AGUSTINOS RECOLETOS
se quedaron con él, y en breves horas se hicieron otra vez la vuelta de Portovénere:
y de aquí aquella misma noche dieron a vela y fueron a vísperas a Génova.
Hallaron en esta ciudad el agasajo que suele hacer la caridad religiosa a todos,
y en particular a los hermanos. Diez y ocho dias se detuvieron aquí en el convento
de San Nicolás de nuestros Padres Descalzos de la Congregación de Italia, mientras
se disponía el convoy para la navegación: y en todos ellos se ejercitó la caridad de
aquellos benditos Padres con sus peregrinos hermanos, no menos en atender a su
recreación con el regalo, que en acudir a su edificación con el ejemplo.
CAPÍTULO XLIII.
Embárcanse en Génova, y después de varios trabajos de la navegación
toman tierra en Almería.
Prevenido ya el convoy para el viaje, diéronse a la vela los Padres en 19 de
Noviembre. A pocos días, y pocas leguas andadas, el general de la armada, congojado,
ya de la oposición que le hacía el tiempo, ya de las molestias que padecía mareado,
hizo señal de arribar y volver otra vez a tierra. De los bajeles, que eran catorce,
le obedecieron algunos: pero el en que iban los Padres con otros dos en su compañía
prosiguieron el viaje, o no entendiendo, o no queriendo entender la seña. Así
se conservaron algunos días: pero el golfo de León, siempre horrible por la ferocidad
de sus mares, los dividió, quedando sólo el bajel de los Padres, adonde la compañía
no sólo servia al alivio, pero podía ser importante al remedio, tanto más imposible
a un bajel en los peligros de la mar, cuanto más solo le embisten.
Once dias anduvieron en aquel golfo, pudiendo haberse pasado con dos, y apenas
hubo día que contasen por bueno los marineros. Era ya el fin de Noviembre y
de Diciembre el principio: y no obstante conjuráronse los tiempos a dar a esta navegación
lo más molesto que suelen. El invierno la hizo peligrosa con sus tormentas,
y el verano con sus calmarias, y tan terribles, que con las olas que levantaban
así eran calmarias, que pasaban a ser tormentas. El mar, no sólo en lo encaramado,
mas también en los colores parece mostraba su enojo: