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HISTORIA GENERAL DE LA ORDEN DE AGUSTINOS RECOLETOS
y será infructuosa, porque no podrá lograr lo que desea; es muy anciano y no
tendrá alientos para resistir el calor sofocante, la mala alimentación, la escasez de
agua potable, las noches pasadas a la intemperie y acribillado de mosquitos y otras
plagas; los guahivos lo van a asesinar, los achaguas estarán mal dispuestos a recibir
el evangelio porque en las expediciones que han practicado las tropas españolas los
extorsionaron. A estas razones que dictaba en parte la experiencia y en parte el crecido
cariño que profesaban los de Santiago al ejemplar y caritativo Fr. Cristóbal,
agregábanse los llantos suplicantes de sus propios deudos.
"Había tantas dificultades, que parecía imposible ir; y dijo un eclesiástico que
estaba desesperado el Hermano Fr. Cristóbal de San José por pretender entrar",
léese en un documento inédito 1 . Pero atendiendo a la voz secreta de su conciencia
que le decía: Anda en nombre de Cristo, anda, logró vencer a todos de que había de
llevar a cabo su proyecto aunque peligrara su vida.
Viendo, pues, los cristianos de Santiago, que era imposible de todo punto atajar
al fervoroso apóstol en su empresa, trataron de hacérsela lo más obvia que se pudiese,
con cuyo objeto el Gobernador D. Pedro Ordóñez costeó casi todo el bastimento
y provisiones para el dilatado viaje, y los vecinos diéronle conservas, quesos, sal,
ropas y baratijas para que regalara a los infieles. Las dos hijas de Fr. Cristóbal ayudaron
con un becerro cebón grande, bizcocho y otros avíos; el hijo Juan López de
Alarcón, haciendo gustoso sacrificio, se ofreció a acompañar en la expedición a su
venerando padre, poniéndose al frente de catorce achaguas, que debían escoltar la
marcha y la conducción de siete cargas que iban en acémilas pertenecientes a la
misión.
Pero veamos el final de esta arriesgada expedición en el artículo siguiente.
1 Arch. prov. Mis.