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HISTORIA GENERAL DE LA ORDEN DE AGUSTINOS RECOLETOS
distancia del lugar lo daban para tratar de esta fundación. Vuelto, empero, a
Lisboa, pasados algunos dias buscó a Fernando de Castillo, y propúsole su pretensión,
y para adelantarla más, le representó vivamente que el dar Su Merced aquella
fundación a cualquiera de las Religiones que la pretendían era acrecentarlas el número,
dándolas un convento más: pero que, dándola a los Agustinos Descalzos les
daba el ser, porque con ella hacían el número de cuatro, en el cual les había librado
Roma las esperanzas de hacer una Congregación. Respondió el fundador a esto que
él veneraba mucho a nuestra Descalcez: pero que la resolución de dar su nuevo
convento no había de ser suya, sino que había de venir del cielo.
Despidióse con esta respuesta el P. Prior, y visitando otra vez, pasados algunos
tiempos, a Fernando de Castillo que estaba malo, le dijo el enfermo volviese a verle
algunos días después. Hízolo así el P. Prior a 19 de Julio del mismo año de 1668, y
mandando llamar un escribano, hizo donación de su nuevo convento a los Agustinos
Descalzos, no queriendo su piedad en toda su fábrica memoria suya, ni en un
escudo de sus armas, ni en poner en toda ella su nombre. Sólo se contentó con que
quedase su memoria en una Misa cuotidiana.
A los 20 se despachó luego un religioso a tomar la posesión, y partiendo el
mismo día de Lisboa el P. Prior, dijo a los 21 la primera Misa. Halló una linda iglesia
casi acabada, dormitorio con doce celdas de todo punto hecho, portería, refectorio,
antecoro, sacristía, y una cerca que contiene pomar, viña, huerta, gran copia de
agua, y lo que añade mucha gracia y devoción al convento son siete ermitas de los
siete pasos principales de la Pasión de Cristo Señor Nuestro, ensartadas en el muro
de la cerca con tal disposición, que quedando dentro de ella sus puertas para comodidad
de los religiosos y servicio de las ermitas, caen a la entrada unas rejas por
donde puedan los seglares visitar desde afuera los pasos. Hallábanse ya hechas de
bulto las imágenes labradas primorosamente, y pagado todo lo que pertenecía a la
perfección de las obras que no estaban acabadas, menos el claustro. Extremóse la
piadosa curiosidad de Fernando de Castillo hasta en el adorno y alhajas. Tenía ya
mucho lienzo para la sacristía, telas para ornamentos, ramos, misales, y otras cosas
de este género. Las vidrieras para la iglesia eran pintadas: habíalas hecho traer de
Holanda.