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HISTORIA GENERAL DE LA ORDEN DE AGUSTINOS RECOLETOS
Prior de la Colegiata de Bucelas: y para que Fernando de Castillo consiguiera
su designio era necesario deshacer el censo con el dicho Prior. Comunicado este
negocio con el P. Manuel, convino con Fernando del Castillo que se tentase al Prior
de Bucelas para que, deshaciendo el censo, volviese otra vez la quinta y sitio a Fernando
de Castillo. Hablaron a este fin al P. Sebastián Ribero de la Rocha, clérigo de
ejemplar y conocida virtud y hoy religioso nuestro, para que persuadiese de ello al
Prior de Bucelas, con quien tenía amistad. Escribió el Ribero al Prior, el cual
haciendo papel de enojado le respondió que era donoso cuento que Fernando de
Castillo le quisiese quitar la quinta: que si su merced la quería para los Agustinos
Descalzos, para los mismos la quería él, para cuyo efecto situaría al Castillo el censo
de la quinta en otra parte, y se lo añadiría aun más. Pero que él iría a la ciudad, y
hablando al P. Prior resolverían lo que había de ser.
Esta fué la respuesta del Prior de Bucelas, en cuyo desempeño viniendo a la
ciudad en 5 de Septiembre del mismo año de 1668 y buscando al P. Prior, se fueron
entrambos a casa de Fernando de Castillo, y con pocas palabras se ajustaron de
suerte, que el Castillo dimitió por escritura pública a los Agustinos Descalzos el
censo, y el Prior de Bucelas les hizo donación de la quinta y sitio, obligándose a
poner renta al convento, y labrar la capilla mayor. Luego de allí, sin volver al convento
se fueron el P. Fr. Manuel y el Prior de Bucelas, el uno a dar y el otro a tomar
la posesión. Hecha noche en casa del Prior de Bucelas, que es en el camino, el dia 6
fueron a la quinta, y se celebró el acto de la posesión, en que anduvo tan generoso
el Prior de Bucelas, que hasta el ganado dejó a los religiosos.
Poco después dijo éste con religioso arrepentimiento que no quería atarse a la
obligación de la escritura, en que se obligaba a labrar la capilla mayor: sino que
quería emprender toda la obra de la iglesia y convento gastando en esto sus gruesas
rentas, menos lo que era forzoso gastar en su sustento y en las necesidades de sus
ovejas. Empezó luego la obra, que esperamos en Dios se acabe en pocos años para
gloria suya y consuelo de aquellos pueblos que es grande con la asistencia de nuestros
religiosos.