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DÉCADA XI. CAPÍTULO SEPTIMO. ARTÍCULO 6 515
la difunta, o a la difunta el orador. Debe la difunta al orador, que, con sus piadosos
y discretos afectos, publica a la posteridad los merecidos elogios de su ejemplar
vida; pero debe el orador a la difunta, que sólo empeño tan glorioso pudo alentar
los esfuerzos de su ejercitado ingenio para merecer los más seguros aplausos...
Y aun he llegado a sospechar ha querido Dios con los aciertos de esta Oración manifestar
las virtudes de esta humilde sierva suya, que tanto escondía de la común
noticia. ¡Qué poco ruido hacían en esta escuela sus singulares méritos! ¡Siempre
padeciendo tan congojosa en sus martirios, y no se oía un quejido! Padeciendo sumamente
en lo interior, no se vió indicio exterior de su congoja. Podíamos decir
con Salviano que sus aflicciones no nos habían de ser dolor, pues eran, como entendíamos,
madre de sus virtudes. La debilidad del cuerpo aumentaba los esfuerzos
del espíritu y se transformaba en espiritual vigor el corporal desmayo. ¡Qué distantes
de estimaciones humanas vivían sus retiradas virtudes! Cuando estaba en lo más
penoso del padecer, a quien sabía su mortificación, movió más a lástima que a
aplauso. Dios echó su bendición a esta sierva suya y otras dos hermanas, que todas
tres han sido ejemplo y admiración a los más doctos y virtuosos varones de esta
escuela que dirigieron sus espíritus".
Por las primeras palabras del exordio da a entender que también predicó el P.
Carlos Oración fúnebre cuando murió la hermana de Gabriela de Jesús; pero ni la
Oración ni otro algún dato ha llegado a nuestro poder, fuera de éstos. Exclama así
el orador en el exordio:
"Ayer una Hermana digna de toda veneracion, de la vista se nos desparece: y
hoy otra Venerable Hermana, en un instante, sin saber cómo, delante de los ojos se
nos hunde! ¡Tan presto ambas! ¡Y ambas tan juntas! Mas qué se hace de nuevas el
dolor, si eran más que en la sangre en la virtud hermanas, y era forzosa ilacion de
su uniforme vuelo, que ambas juntas descansaran... Porque siendo más que en la
naturaleza, en los vuelos de la virtud hermanas, eso mismo pedía, que, si iguales se
remontaron, con igual celeridad descansaran". Y después de un exordio brillante y
férvido, comienza a explanar el texto, fijándose en que el arca de Noé, por lo cerrada
y misteriosa, es imagen de la humildad de su panegirizada en el silencioso padecer
y obrar y en la limpieza de su alma.