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DÉCADA XI. CAPÍTULO SEXTO. ARTÍCULO 12 481
Divinos Monarcas, o para evidente testimonio de que aquel rato habían estado
violentamente detenidas, o para significar que cuando necesitare de su humor la
tierra hay una imagen de Loreto que las traiga; y cuando molestaren demasiadamente
las lluvias, hay un Agustino que las suspenda.
Concluida tan gloriosamente la fiesta de tan solemnísima octava y deseosos los
religiosos de este convento de manifestar en el modo posible sus gratitudes a finezas
tan superiores, se fueron disponiendo para dar las gracias el siguiente día. Y
como esta noche era la última y se dedicaba el aplauso lucido de sus fuegos, en
gracia y aclamación de tan supremos Tribunales, de tan magníficos Cabildos, de tan
sagradas Religiones, de tan ingeniosos Panegiristas y de tan crecidos devotos, nobles
y ciudadanos auditorios, procuraron se esmerasen los lucimientos, que las luminarias
brillasen con nuevos esplendores y que a diligencia de más crecida pólvora
crujiesen los tiros con más asombrosos truenos, mezclados en fogosos volcanes y
todo se ejecutó como lo deseaba el cariñoso afecto.
En hacimiento de gracias a los magníficos héroes que lucieron esta célebre
octava, por la comunidad de descalzos de N. P. S. Agustín y sermón
que se predicó para este efecto día 1.º de noviembre
Era tan vivo el deseo y tan ardiente la devoción que tenían los fieles de alabar y
bendecir a Dios en la nueva maravilla de este hermosisimo templo, que, aunque
habían pasado tantos de fiestas y las habían asistido con tan numerosos concursos,
aún no habían desahogado los devotos incendios de sus corazones, y, según la apretura
de este día, parecían que en él daban principio las fiestas. Sin duda fué porque
haciéndose esta en nombre de esta pobre comunidad, tomaron todos por su cuenta
el honrarla y favorecerla; o porque dedicándose este día a dar los debidos agradecimientos
a todos los que con tan piadosos ánimos nos habían asistido, mirando
todos esta fiesta como propia, todos concurrían a porfía. Vino, pues, numeroso concurso
de todos estados eclesiásticos y seculares y las sagradas Descalzas Religiosas,
que a fuer de políticas y atentas tomaron por su cuenta el favorecernos y honrarnos
hasta el último instante de las fiestas.