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HISTORIA GENERAL DE LA ORDEN DE AGUSTINOS RECOLETOS
Estando ya el sagrado, curioso y magnífico templo ocupado de tan capaz auditorio,
noble, religioso y entendido, dió la música al aire sus sonoros acentos para
dar principio a los divinos oficios, sirviendo el altar los religiosos más beneméritos
y predicó este día para nuestro desempeño el M. R. P. Fr. Alonso de S. Agustín,
Lector de Teología y Prior del Convento de Descalzos de N. P. S. Agustín de la
Villa de Luque, bien celebrado en la Regencia de las Cátedras y no menos estimado
en el cultivo de los púlpitos y cuya oración dará bien a conocer lo sublimado de su
habilidad; es la siguiente...
Bien conocimos en las demostraciones de los oyentes que el orador no les
había desagradado. Y según nuestro deseo, quisiéramos hubiera sido este día el
predicador un San Pablo, un Salomón, o mi gran Padre Agustino para que con más
vivos colores de elocuencia y sabiduría dieran el parabién de su nueva habitación a
las Sacras, Divinas Reales Majestades y el agradecimiento de tan crecidas finezas a
auditorios tan nobles, entendidos y sabios. La música cantó este día con su acostumbrado
donaire y entre otras las siguientes letras...
Despedimos con la debida atención y cortesía tan honorífico auditorio llevándose
de camino los gloriosos aplausos de haber asistido con tanta caridad, puntualidad
y benevolencia a nuestras fiestas, a cuya correspondencia les fueron acompañando
nuestros reconocidos corazones, y a cuya deuda nos confesaremos obligados
por eternidades.
Idos los huéspedes, quedamos como huérfanos y solitarios en nuestro retiro.
Vímonos asistidos de toda la grandeza y majestad que pudo imaginarse y al paso
que, ufanos con su compañía, nos experimentamos como desamparados sin su asistencia
y que como Jeremías, podíamos nosotros llorar nuestra soledad y decir:
¿Quomodo sedet sola civitas plena populo? Pues, habiéndonos visto enriquecidos
con la presencia de tan ilustrísimos héroes, autorizadas las sagradas aras de este
magnífico templo de un Príncipe Metropolitano tan decoroso y de tan doctísimos
Cabildos, poblada esta suntuosa iglesia de tan poderosos Reales Tribunales, de diversas
sagradas Religiones, de ilustrísimos depósitos de ciencias, de archivos gloriosos,
de generosa sangre y de copiosos devotos y fervorosos auditorios, no vemos
enajenados de tantas glorias y felicidades: eran glorias en la tierra y así con brevedad
se nos puso el sol, dejándonos a oscuras, aunque la consideración