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HISTORIA GENERAL - Provinciasannicolas.org

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<strong>HISTORIA</strong> <strong>GENERAL</strong> DE LA ORDEN DE AGUSTINOS RECOLETOS<br />

muy impresa una máxima que solía con singulares veras repetir: Que ella entre<br />

sus Hermanas era Judas entre los Apóstoles. Aquí, hago punto, sin pasar a<br />

ponderación de su mucha humildad, porque no es tanto en mi juicio el estimarse<br />

por quimera y nada, como por Judas reputarse.<br />

Por este camino tan seguro atranco (perdonad la voz, que tal vez la vulgaridad<br />

se explica mejor) a una unión perfectísima con la voluntad de Dios: Me he sujetado,<br />

dijo en una ocasión dando cuenta de su alma a su director, a la voluntad<br />

Divina de tal manera, que estoy pendiente de ella al modo que lo está la hoja del<br />

árbol, que la lleva el aire donde quiere sin resistencia, y es tan insensible, que<br />

no siente que la arroje en el agua, ni el fuego, ni que la deje en medio de las esferas.<br />

Así se halla mi alma pendiente de aquella Divina Voluntad. Es tan profunda<br />

el alma de estas palabras, que ellas son de sí mismas la más calificada<br />

ponderación. Conténtome solo con referirlas, y paso a decir que, sin duda, de este<br />

ardiente amor le nacían aquellas abrasadas ansias, con que toda su vida, desde<br />

niña, deseaba morirse y verse con Dios; por lo que decía que nunca le había pedido<br />

a Dios que le diese salud. Mas ¡cómo había de pedírsela quien con grande<br />

afecto de su corazón solía muchas veces repetir: —¡Oh, cuándo se acabará este<br />

mundo! Los clamores (decía) de las campanas me hacen sonora música y me<br />

avivan la esperanza de que me he de morir! ¡Oh, mujer, cuántas veces antes de<br />

morir te quitó tu amante deseo la vida!...<br />

¡Que temprano amanecieron en ella los deseos no sólo de morir, sino también<br />

de dar la vida por Cristo! Deseaba ardientemente, siendo muy niña, ir a padecer<br />

martirio, y hallándose imposibilitada, cuando oía leer las vidas de los Mártires<br />

deshecha en sus deseos, preguntaba muchas veces si vendrían por acá los tiranos.<br />

Y para divertir sus ansias la consolaban sus hermanas con decirla que había<br />

otros modos de padecer martirios distintos del de dar al rigor del cuchillo la vida.<br />

Tanto madrugó en los deseos de morir la que aun no había gustado de lo que era<br />

vida.<br />

De estas ansias nacía aquel amor entrañable que al padecer tenía. Cuando la<br />

campaña pasada sucedieron en Cataluña aquellos estragos, efectos de la guerra,<br />

en que no perdonó la barbaridad lo más sagrado, congojada de oir contar lastimosos<br />

desafueros, volviéndose a

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