HISTORIA GENERAL - Provinciasannicolas.org

164
HISTORIA GENERAL DE LA ORDEN DE AGUSTINOS RECOLETOS
Confuso el Padre desciende al piso bajo, examina y registra todas las habitaciones
y ni rastro encuentra de ser viviente. Va a salir ya de la casa, y luego, como
pone los pies en la puerta, oye la misma voz que desde lo alto de la escalera lo llama;
vuelve atrás el religioso, mira y sólo ve soledad y más soledad. Empero de súbito
le viene una como corazonada, o más bien una moción del Espíritu Santo y
registra cierto hueco que vislumbra debajo de la escalera. ¡Horror!, allí se encuentra
una mujer hecha un esqueleto, adolecida de muerte y a punto de expirar. ¿La mujer
ha llamado al Padre? No. ¿Quién ha sido? El P. Fr. Lope no se detiene a resolver la
duda, se acerca a la moribunda, la hace volver en sí, la confiesa, bendice su agonía
y la ve expirar al momento. ¿Cúya era la voz que llamó? El P. Luis de Jesús contesta
1 : "Conocíase ser de ángel del cielo, por cuyo medio quiso Dios consolar a aquella
alma, la voz que le llamó".
Estaba decretado que el religiosísimo Padre viviera para honra y gloria de
Dios; por eso, aunque estuvo metido en el mayor peligro y todo el tiempo que duró
la desastrosa calamidad, salió sano y salvo, acompañado del Angel que Dios le dió
para que le guardase en todos los caminos. Habiendo, pues, desaparecido de Sevilla
el azote del cielo, el siervo de Dios creyó cumplida su misión y regresó a su convento,
sin hacer ostentación de la gloria que le correspondía, como si hubiera sido
muy obvio y ordinario su heroico proceder. Pero ¿cómo iba a obrar y pensar de otra
manera, si él entró en la Religión no con miras de egoísmo, no por exigencias de
familia, no por huir de los trabajos adherentes a la vida secular, ni por buscar el
sosiego del claustro, sino por servir a Dios, por llenar un vacío de su corazón, de su
corazón que le impulsaba a ser bueno para unirse estrechamente con Dios, cuyo
siervo se reputaba? En conformidad con estos ideales lució no sólo este rasgo singularísimo
de amor al prójimo que acabamos de trazar, sino también el cumplimiento
perfecto de sus deberes como conventual, ya en la casa de Madrid, donde
conjeturamos pasó sus primeros años, ya en esta de Toledo, donde saboreó las primicias
de sus bodas sacerdotales.
Sabemos que regresó de Sevilla a Toledo y que residía aquí en
1 Crón., tom. II, pág. 378.