HISTORIA GENERAL - Provinciasannicolas.org

DÉCADA XI. CAPÍTULO PRIMERO. ARTÍCULO 8 117
quizá lograr los Padres su intento en lo tocante al pliego: porque en presencia
del francés no se atrevieran a quitar los papeles del pliego, o tal vez no lo hicieran
sin peligro.
Desembarazados, pues, del estorbo del francés, cogió el compañero del P. Prior
el pliego, que de pasar de unas manos a otras venía roto por un lado, y por él pudo,
sin romper la nema, sacar todos los papeles que encerraba. Apartó la carta del gobernador
de Almería en que daba cuenta cómo el P. Prior había sido confesor de la
Reina de Portugal: sacó también los papeles que hablaban del Rey de aquel reino, y
todos los otros que les podían embarazar su camino: y últimamente la lista, porque
no se entendiese por ella que faltaban papeles del pliego. Todos estos y su guarda
fió el P. Prior a la industria del P. Franciscano, y los demás que no harían daño con
una nueva lista de ellos mandó el P. Prior a su compañero los cerrase en el pliego,
sin tocar a la nema, ni sobrescrito.
Por la mañana se fueron a casa del gobernador a disponer su partida. Entrególe
el P. Franciscano el pliego, sin que el gobernador echase de ver el hurto: y proveyéndoles
de cabalgaduras, que para pasar un río fué disposición acertada, se despidieron
la vuelta de Almuñecar, adonde hicieron noche. A los 30 en Nerja.
A la mañana siguiente, saliendo de un pajar, adonde habían dormido, a decir
misa a una ermita de un castillejo, cuando iban vieron un barco que puesto en calma,
procuraba en vano escapar a un bajel morisco que le daba caza. Fuésele acercando
al bajel, y viéndose sin remedio los marineros, dejaron el barco, tratando sólo
de salvar las vidas, saliendo a tierra. No ha sido ociosa le relación de este suceso:
hízose para que se alabe a Dios por haber su Divina Majestad querido librar a los
Padres, o a algunos de ellos del cautiverio.
Fué, pues, el caso que dos dias antes, cuando caminaban a Almuñecar, encontraron
al dueño de aquel barco, el cual con cristiana caridad les ofreció llevarlos en
él de balde. Pudiera el cansancio de tantos dias de áspero camino, tomado casi todo
a pie, y la comodidad de navegar con el buen tiempo que hacía, hacer con los pasajeros
que agradeciesen la caridad y la aceptasen: pero ellos no la aceptaron, solamente
la agradecieron. Cuando después vieron el barco en medio del mar, hecho
presa de los moros, dieron muchas gracias a Dios, porque