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DÉCADA XI. CAPÍTULO SEXTO. ARTÍCULO 5 415
echáronse pronto de ver, porque los indios escucharon las proposiciones de Fr.
Cristóbal con muestras aquiescencia, y al poco tiempo no dudaron en agasajarlo y
en presentarle las mujeres y niños de toda la tribu, lo cual entre ellos es manifestación
inequívoca de confianza y respeto.
Y no tan sólo convinieron en seguir los consejos del misionero, sino que estos
mismos indios se prestaron a comunicar a otras tribus vecinas el objeto de su presencia
en aquellos desiertos. Ello fué que en poco más de dos meses que permaneció
el Hermano logró reunir tres capitanías, que convinieron en salir de sus selvas y
formar un pueblo para organizar vida cristiana y civilizada. Largas pláticas y excursiones
hicieron para examinar el punto en que se había de ubicar la fundación, pero
al fin se determinó que las tres tribus se trasladaran a orillas del río Vichada adonde
iría el P. Fr. Juan de San Buenaventura como doctrinero. Y porque era imprudente
y temerario exigir a los salvajes el que se acercasen más hacia Santiago de las Atalayas
o a la doctrina de San Guillermo, accedió el Hermano a fundar en el Vichada.
Tal vez habría vencido las dificultades y logrado reunir nuevas tribus, si la
época de lluvias, que principia en Mayo, no estuviera tan próxima. Por esto, una
vez que vió asegurado el principal objeto de su misión por medio de pactos, y
habiendo intimado a los indios que debían enviar a Santiago de tiempo en tiempo
algunos postas para ultimar el asunto, vencer los obstáculos que ocurriesen y preparar
todo convenientemente para el verano próximo en que se había de llevar a cabo
la fundación, salió de aquellos parajes acompañado de muchos que se le habían
aficionado. Estos le sirvieron de guía algunos días, y como llegasen a las márgenes
del Vichada los expedicionarios, vino al encuentro otra capitanía, que, sabedora de
los propósitos del misionero, ofreciósele incondicionalmente para formar parte del
proyectado pueblo.
Aceptado el compromiso con grandes muestras de entusiasmo por ambas partes,
siguió Fr. Cristóbal su camino escoltado algunos días por individuos de esta
tribu. Por último, la comisión exploradora que salió hacía meses de Santiago, regresaba
salva al punto de partida. Milagro de Dios fué que saliera ileso de la empresa,
que redundó tanto