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HISTORIA GENERAL DE LA ORDEN DE AGUSTINOS RECOLETOS
CAPÍTULO LV.
Envíase a Roma por la confirmación de la Unión
y los PP. Calzados la contradicen.
De esta patente de Comisario y de lo que pasó en el acto de la unión se despacharon
a Roma testificaciones auténticas con cartas de la Princesa a los cardenales
Ursino e Imperiali, Protectores, éste de la Religión y aquél del reino para que se
pidiese a Su Santidad se sirviera de confirmar lo hecho. Llegados a Roma los papeles.
y puestos en manos del P. Procurador, que tiene en aquella corte la Congregación
de España, propuso el P. Procurador la unión hecha al Pontífice y pidió a Su
Santidad la confirmase. La justificación de lo que se pedía y el breve que prohíbe
no haya en España Descalzos que no sean hijos de su Congregación pintó fácil el
despacho: pero mintiendo los colores, remitió Su Santidad la causa a la Sagrada
Congregación de Regulares, con que volvieron los Descalzos portugueses segunda
vez a la campaña, en que ya habían probado fuerzas con los Calzados en la referida
demanda.
Asistía aún en Roma el P. Mtro. Acevedo, Procurador de los Padres Calzados
de Portugal, aquél de quien arriba, cuando el pleito de Roma, se ha hecho larga
mención. Y como el blanco único o principal a que tira su asistencia en aquella corte,
ha cerca de tres años, no es otro más que oponerse a los Descalzos, parecióle que
confirmándose la unión de éstos con los de España, se aseguraba la Descalcez en
Portugal, a cuyas medras tanto se habían opuesto sus PP. Calzados. Juzgó al fin que
este pleito había de ser el último: y así en ganarle puso el último esfuerzo.
Pero como el acto de la unión se había hecho en Portugal con tanto secreto que
no llegó a noticia de los Padres Calzados, ni ellos se la pudieron dar a su Procurador
de Roma, ni enviarle papeles, con que pudiese impedirla. Hallándose, pues, el
Procurador Acevedo asaltado de repente con el pleito de la unión, para el cual no se
hallaba armado, echó mano de las armas que le subministró su aprieto. Fueron éstas
una información, que sin citar al P. Prior como se debiera, hizo el Vicario Genera!
del arzobispado de Lisboa, diciendo en ella que