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DÉCADA XI. CAPÍTULO SEXTO. ARTÍCULO 3 399
a la vez de no perjudicarse con compromisos; y así, ordenaron que a las funciones
especiales de los extraños asistieran sólo seis coristas con el P. Vicerrector y
no toda la comunidad.
También dictó un estatuto en que tasábanse los gastos que habían de hacerse en
la fiesta de San Nicolás de Tolentino, titular de la iglesia. Guiados nuestros conventuales
de la gran devoción que a este hijo de Agustín profesaban, no calculaban ni
reparaban en cuestión de gastos, porque se habían propuesto celebrar su fiesta en
Bogotá talmente, que ninguna otra función le hiciera ventaja, por más que fuese de
la comunidad más rica. En esto influía grandemente el ir apellidados muchos de
nuestros religiosos con el nombre del gran taumaturgo de Tolentino. Empero, en
atención a la suma pobreza en que se vivía y la enormidad de los gastos que demandaba
la obra, el Capítulo de 1694 reguló estos impulsos devotos, que tendían al
boato con perjuicio de la economía doméstica. Después que pasó el tiempo de carestía,
fué en aumento la pompa de esta fiesta, tanto, que resultó una de las más
espléndidas y devotas de toda la capital.
Arreglados estos puntos, pasaron los Capitulares a las elecciones. Llama la
atención que, vacando casi siempre muchos de los oficios durante el bienio, en éste
apenas hubiera por llenar el Subpriorato de la Popa y el Vicerrectorado de Bogotá,
los cuales fueron provistos en personas muy competentes.