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HISTORIA GENERAL DE LA ORDEN DE AGUSTINOS RECOLETOS
afortunados, determinaron mirar la fiesta como suya, y así, eligieron en ella el
día que gustaron, que fué sábado 30 de Octubre, séptimo de la octava y, por lo
mismo, séptimo de la fiesta, pareciéndoles que así lo debía hacer su atenta cortesía,
para que ocupasen los demás los que, por más retirados, podían reputarse en estas
fiestas como huéspedes.
Habiéndose llegado la hora de venir a celebrar la fiesta, por estar tan cerca, salieron
de la Colegial en forma de Cabildo; venía delante el Pertiguero, Acólitos y
Ministros, a quienes seguían los Capellanes y después los señores Prebendados con
el señor Abad, que presidía. Venían todos con sobrepellices y en forma de una bien
compuesta y ordenada procesión; llegaron a dar vista a nuestro convento, cuya Comunidad
estaba ya aguardando; salió al recibimiento con toque de campanas, clarín
y caja y morteretes, y con todas las demostraciones de cortesana política fueron
entrando en el nuevo templo, tomando su asiento en escaños de terciopelo carmesí,
que estaban prevenidos, y revestidos los señores que habían de oficiar la misa, se
dió principio con toda ostentación y grandeza y en que parece se esmeró la música,
vistiendo de nuevos primores sus habilidades.
Hallábase al presente esta Iglesia-Colegial sin Magistral, y así, me mandaron
estos señores les sirviese en el púlpito este día; y considerando los muchos favores
que nos hacían, y que no era decente correspondencia negarme a sus mandatos,
traté de obedecerlos, aunque para no admitir el sermón me disculpaban los muchos
cuidados que tenía en la disposición de las fiestas y, sobre todo, el corto caudal de
mis merecimientos, y más en la concurrencia de oradores tan sublimes. No obstante,
por lo referido, hube de sujetarme a predicar este día: y aunque no merecía este
sermón intercalarse entre los demás, tan fértiles de ingeniosos discursos, se pone
aquí por llenar el número y para que, como feo lunar, haga sobresalir la hermosura
de los otros...
Cantó la música muy ingeniosos villancicos al son de sus bien templados instrumentos,
y solamente se pone la letra que se sigue..
Repitiéronse las salvas a la Gloria, alzar y acabar la misa, como en las antecedentes,
y lo mismo al despedir los señores Prebendados, que dejaron sumamente
alborozados nuestros corazones, por haber logrado la asistencia de un Cabildo tan
ilustre. Aunque no lo he advertido