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DÉCADA XI. CAPÍTULO SEXTO. ARTÍCULO 9 455
ricas colgaduras de finísimos damascos carmesíes y variedad de láminas, que al
paso que sus delicadas pinceladas gustosamente entretenían los ojos, los lastimaba
la clarísima luz, que despedían heridas del sol las doradas molduras de sus marcos.
La fachada de enfrente que es el lienzo de la iglesia de nuestras Religiosas Descalzas,
con el afecto que nos tienen, como verdaderas hermanas, y aplicación al divino
culto, procuraron asearlo con vistosos primores de varias colgaduras ajedrezadas,
láminas y ramos, y en medio del lienzo un altar muy donoso, que ocupaba nuestra
Madre Santa Mónica, cuyas lágrimas continuas recogió la iglesia nuestra Madre,
como preciosísimas perlas, pues fueron de tanto valor que con ellas se pudo cambiar
un sol resplandeciente que la alumbrase contra las tinieblas de la herejía, que
procuraban oscurecerla. Y si otras lágrimas denotan y manifiestan tristezas penosas,
las de Mónica simbolizaron a la iglesia festivas alegrías.
En medio de esta plaza hay una hermosa y descollada cruz de fino y bruñido
mármol y en su circunferencia se hizo un altar de cuatro caras, bien vestido y adornado
de naturales y artificiales ramos y flores, de hermosas efigies y algunos juguetes
ingeniosos, que divertían gustosamente a los que pasaban. En la cara que mira a
la iglesia antigua estaba entronizada de estatura natural Santa Clara de Monte Falco,
y en sus manos un peso, cuyas balanzas ocupaban tres piedras, figura de las que
se hallaron en su corazón y pesando cada una tanto como todas tres, simbolizaban
el misterio de la Santísima Trinidad.
En la parte contraria, que es la que mira al Occidente, estaba entronizado el enternecido
amante del Sacramento, San Juan de Sahagún, también de estatura natural;
tenía en sus manos el cáliz, que figuraba el misterio más admirable que salió de
la fragua del amor divino en beneficio del linaje humano.
Arco majestuoso que se puso en la esquina de la placeta alta
En una esquina de esta plaza, que lo es también del convento de nuestras Religiosas,
y por donde había de bajar la processión, se formó un arco de veinte y quatro
pies de altura. Era todo de pintura de airosos coloridos y hecho a propósito para
el caso. Sobre hermosas