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HISTORIA GENERAL DE LA ORDEN DE AGUSTINOS RECOLETOS
Tenía el altar muchas luces, y como toda la pieza estaba de colgaduras carmesís
y algunos rayos de fogoso Monarca, que descolgándose por las ventanas de esta
cuadra, y penetrando los tapices, se introducían a ver tanta belleza, no parecía sino
que aquella estancia, o era la casa del sol, o segunda Troya, que se abrasaba...
Placeta altar, su adorno y altares
Desde este Pórtico se sale a una anchurosa plaza de ciento y veinte pies de largo
y poco menos de ancho. A los dos lados o costados se levantó una empalizada,
vestida de muy fina caroza, y de airosa pintura, descollábase por una y otra banda
en veinte y cuatro pies de altura. Repartióse cada lienzo en cuatro arcos, que fingían
de admirable perspectiva otras tantas capillas, con sus zocales, basas, pilastras y
columnas, capiteles, alquitraves, frisos y cornisas. En lo superior servían de remate
ocho lienzos, los más de ellos de mano de Don Pedro Atanasio, hijo que fué de esta
ciudad y afamado pintor. Y son efigies de ilustres Mártires, que ha dado a la iglesia
nuestra Descalcez en las islas Filipinas y Japón, y los más de ellos hijos de esta
nobilísima ciudad, que en todos tiempos ha producido héroes de alientos generosos,
que en lo militar y eclesiástico han sabido acreditar su patria por madre fecunda de
corazones invencibles, unos triunfantes a costa de su sangre en las campañas españolas,
y otros en las eclesiásticas campañas, coronados de gloriosos laureles, por
haber firmado con su sangre en el martirio el testimonio verdadero de nuestra Santa
Fe Católica.
En los fondos que fingían las capillas se pusieron otros ocho admirables lienzos
del martirio de la venerable Hermana Terciaria nuestra Magdalena de Jesús,
japona, que es uno de los frutos que ha dado a la militante iglesia la predicación de
nuestros religiosos en aquellas remotas y bárbaras Provincias, y que ella a costa de
su sangre, derramada en diversos, atroces y exquisitos tormentos, que porque predicaba
valerosamente nuestra Fe le dieron sus compatriotas, supo trasladarse, como
se presume, coronada de triunfos a la Jerusalén triunfante, para eterna memoria de
los progressos gloriosos de la Religión Agustiniana.
La fachada de la iglesia antigua estaba airosamente adornada con