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DÉCADA XI. CAPÍTULO SEXTO. ARTÍCULO 7 431
Tío y sobrino ejercieron el patronazgo y por lo tanto fueron enterrados en la
iglesia del "convento de los Augustinos Recoletos Descalzos de la Ciudad de Granada
adonde el dicho Don Martin esta enterrado como Patron de todos los bienes,
efectos y derechos que habian restado". Y más abajo léese: "Y por la necesidad que
tiene el dicho convento de Augustinos Recoletos de dicha ciudad de Granada a
donde están enterrados como patronos del los cuerpos dichos Martin de Arostigui y
Antonio de Arostigui y porque la casa y iglesia del dicho conuento no esta acabada
ni tienen con que continuarla por ser la renta que los dichos Señores le señalaron y
la que les consiguió la dicha testamentaría muchos menos de lo que les dejaron a
los Religiosos del en sus testamentos y escrituras de patronazgo".
Este Don Martín, sobrino, unía a su piedad acendradísima títulos gloriosos,
como militar y patriota, y por eso el Rey, reconociendo pasados servicios, expidió
Real Cédula de 5 de Febrero de 1631, que empieza así: "El Rey. Por cuanto teniendo
consideración a los muchos años que me ha servido Don Martin de Arostigui
Marañon y a que lo esta continuando en la costa del Reyno de Granada y al gasto
que se le ha seguido el tiempo que goberno la gente de guerra de ella he tenido por
bien de hazerle merced como por la presente se la hago de dos mil ducados de ayuda
de costa".
Hizo testamento D. Martín en Granada en 2 de Mayo de 1650 y murió en la
ciudad de Almería a 13 de Noviembre de 1652. Era caballero del hábito de Santiago,
Gobernador y teniente General de la costa del reino de Granada; también del
Consejo de Guerra de Su Majestad y preboste mayor de la villa de San Sebastián.
A la muerte de este insigne benefactor, las contradicciones testamentarias sufridas
desde la muerte de sus tíos, recrudeciéronse ahora con menoscabo de la fábrica
de la iglesia, que quedó paralizada casi por completo; y así, no pudiendo
cumplir los albaceas con las cláusulas, y venidas a menos y deterioradas las fincas
urbanas y rústicas en que se radicaban las rentas, los religiosos se vieron reducidos
a un estado de impotencia y de vergüenza grande ante el publico.
Ahora cedemos la palabra a un autor que suple las deficiencias de los PP. Cronistas
y nos llevará hasta la puntual y detallada por extremo descripción del novenario
que se celebró para inaugurar la