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DÉCADA XI. CAPÍTULO SEXTO. ARTÍCULO 11 477
hasta ahora, todas las tardes estuvo Su Majestad patente y acompañado de numerosos
fieles, de todos estados, que concurrían a porfía, aun de los barrios más
remotos, a darle a su amantísimo Dios el parabién de su nuevo solio. A la noche
volvió a poblarse de luminosas estrellas y luceros el cielo de este convento en nuevas
y donosas luminarias y a despedir truenos y rayos la horrorosa, al paso que lucida,
tempestad de los morteretes, en aplauso de las dos Majestades y salva a la
nobilísima ciudad de Granada, cuya fiesta se prevenía para el siguiente día.
Asistencia de la muy ilustre y nobilísima ciudad de Granada y sermón que
se predicó el domingo 31 de Octubre, día octavo de las fiestas, y solemne
procesión que se hizo a la tarde
Viendo, pues, esta coronada ciudad que estas fiestas se dedicaban a los dos reclamos
de su corazón, Cristo Sacramentado y María Santísima de Loreto, acudió,
fervorosa, a asistir en ellas, por no faltar a lo que con crecida propensión le inclinaba
su cariño. Salieron, pues, de las casas de Cabildo los señores Veinticuatro y Jurados,
a quien presidía, como cabeza, el señor Don Fernando Mantaza Corcuera y
Gallo, Señor de la Villa de Fuente Pelayo, Alcalde mayor perpetuo de la ciudad de
Burgos, Gentilhombre de boca de Su Majestad y Corregidor al presente de esta
ciudad magnífica; y acompañados de sus Secretarios y Ministros, clarines y maceros,
llegaron a nuestro convento en veinticinco coches, y puestos en ordenanza en la
anchurosa placeta nueva; y precediendo sus clarines y los que el convento tenía
prevenidos, y al son de soberbios tiros, que se disparaban por medio de la Comunidad,
fueron entrando en la iglesia, con tanta grandeza y majestad, que no pudo ser
mayor la que en sus congresos solía ostentar el antiguo y supremo Senado de Roma.
Estaba puesto el teatro con los escaños de la ciudad, que se habían traído para
este efecto; y habiendo hecho oración y tomado sus asientos, se fijó principio a los
divinos Oficios.
Corría este día, en altar y púlpito, por cuenta de la muy observante y religiosa
Comunidad de Padres Redentores de la Merced, Descalza.
Dióse principio a la misa con toda la grandeza que puede imaginarse,