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HISTORIA GENERAL DE LA ORDEN DE AGUSTINOS RECOLETOS
Asistencia de la Real Capilla y Sermón que se predicó el día martes, 26 de
Octubre, tercero de la octava
Es la Real Capilla, majestuosa fundación de los Católicos Reyes, que puede
competir con las más célebres de la Monarquía, no sólo por la ostentación costosa
de su fábrica, sino también por los generosos depósitos que oculta, pues no sólo
ejecutaron los religiosísimos Monarcas su deseo libertando esta hermosísima ciudad
del yugo mahometano que la oprimía, sino que, para público testimonio de que
en ella estaban por amor radicados sus corazones, quisieron labrar para eterno depósito
de sus reales cenizas este suntuoso nido. Consta este doctísimo Cabildo de
sapientísimos Ministros, a quienes pusieron los Reyes Católicos suficientes rentas
con título de sus Capellanes, que eligen a su voluntad los Monarcas españoles. Tiene
dos prebendas de una de Magistral y otra Doctoral, que las han servido y sirven
muy lucidos sujetos de no comunes prendas y muy sobresalientes en la literatura.
Tiene un Capellán mayor, a quien como a suprema cabeza y sin otra dependencia,
obedecen todos.
Este, pues, nobilísimo y doctísimo Cabildo honró este día la fiesta; vino en
numerosos coches con toda la grandeza y ostentación posible, y, puestos en forma
de Cabildo en nuestra plaza, al son de sonoras chirimías y por guía los Reyes de
Armas, con la acostumbrada salva y acompañamiento, entraron en esta majestuosa
iglesia; y revestidos los señores que habían de celebrar y el Cabildo en el círculo de
escaños, que decentemente estaba prevenido, se dió principio con toda solemnidad
y grandeza al divino Oficio, según, y con las mismas ceremonias y aparato, acostumbran
en su Real Capilla. Había de predicar en este día el señor Doctor D. Felipe
Becerra, su Magistral: y teniendo bien experimentado el auditorio clásico granadino
la sutileza de su ingenio en otras ocasiones que le habían oído, no quisieron perder
un buen rato, y así, este día estuvo el templo bien ocupado de doctísimo auditorio.
Conocióse por la experiencia no se habían engañado, pues, además de la viveza de
sus acciones y realzado de su elocuencia, por lo generoso de su discurrir, podía,
como alentado Hércules de la predicación, poner las columnas del Non plus ultra;
dígalo mejor su mismo sermón, que es el siguiente...