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DÉCADA XI. CAPÍTULO SEXTO. ARTÍCULO 11 473
rendimiento a que inclina con alentada propension el católico celo, y otro a la
parte de nuestra pequeñez, procurando sublevarla y alentarla con generoso impulso.
En uno y en otro se esmeró este día el Santo Tribunal de la Fe, quedando al mismo
aliento de sus finezas ceñidas sus sienes de laureles gloriosos.
Por la parte que mira hacia esta Comunidad, queda generosamente ensalzada su
bizarría, pues si es propio de magníficos Príncipes tomar por su cuenta el amparo
de los que poco pueden, se han manifestado tan grandes, que, a impulsos de su fineza,
se vio este día nuestra cortedad muy sublimada; y anduvo tan pródiga su liberalidad,
que siendo así que para sus mayores lucimientos se contentaba este convento
con la asistencia de estos señores, no se preció su bizarría con asistir comoquiera,
sino con toda la grandeza y majestad que pudo imaginarse; y así, puedo decir sin
lisonja lo que del Emperador Graciano Suetonio, que era velotior in largiendo,
quam sui imperii vassalli in desiderando.
Llegaron, pues los señores, asistidos en treinta coches, de algunos de los muchos
Ministros que tiene este sagrado Tribunal en esta ciudad nobilísima, Calificadores,
Comisarios, Secretarios y Familiares, que, a venir todos los que pudieran, era
necesario darle al templo anchurosa lonja; y habiendo hecho los instrumentos la
debida salva, asistidos de la Comunidad, fueron entrando en la iglesia. Fué este día
de grandísimo concurso, y por estar la iglesia muy poblada, fué necesario el gastar
no poco tiempo para que los señores pudiesen llegar a un majestuoso sitial, que
estaba prevenido al lado del Evangelio, dentro del mismo presbiterio; era de finísimo
terciopelo carmesí y el dosel de lo mismo, debajo del cual estaban cuatro filas,
que ocuparon majestuosamente los señores. Los escaños, para más de cien ministros
que asistieron, corrían desde las gradas del presbiterio por la capilla mayor y
cuerpo de la iglesia, que toda se miraba sumamente autorizada.
Ofició este día la muy religiosa y observante Comunidad de Padres Capuchinos,
con aquella decencia, veneración y celo que acostumbran, autorizando con su
venerable preferencia nuestra festividad.
Comenzaron los divinos Oficios con toda decencia, veneración y grandeza, y
predicó este día el M. R. P. Fr. Diego de Málaga, Lector