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DÉCADA XI. CAPÍTULO CUARTO. ARTÍCULO 7 337
os Padres Franciscanos habían violado. Cosa parecida resolvieron sobre algunos
ministerios de Mindoro. Tambien aclaró el P. Vicario General con sus Definidores
un caso oscuro sobre precedencia de los Padres Definidores de Provincia;
quitó cierto escrúpulo del P. Provincial Fr. Isidoro sobre validez de su elección por
haber sido por vía de aclamación, y resolvió otros casos de la misma índole con
gran cordura, "hauiendolos conferido entre si, y comunicado algunos dellos con
algunos canonistas," como se lee en el acta del Definitorio.
Digno es también de alabanza N. P. Fr. Miguel por haber contribuído vivamente
a la organización de una misión a Filipinas conducida en junio del año 1692. Con
efecto, deseoso como Prelado General de que la apostólica Provincia de San Nicolás
dilatase su campo de operaciones, no vaciló, antes bien hizo empeño en ayudar
al P. Comisario que había llegado de Filipinas con tal encargo, y así puso a disposición
de éste la influencia que la Orden gozaba en la Corte, a fin de que el Estado
costease el viaje de los cuarenta y seis Misioneros, como se logró; y al mismo
tiempo influía con los Padres Provinciales de las tres Provincias al objeto de que los
conventuales se alistasen en aquella empresa evangelizadora; así como también en
calidad de Vicario General pasó a los conventos una especie de circular en que invitaba
a todos franqueándoles la licencia para prohijarse en dicha Provincia. Fué así
como se obtuvo tan hermoso resultado: en Sevilla se congregaron cuarenta y seis
misioneros jóvenes, valerosos, decididos, llevando cada uno con la patente generalicia
la bendición amorosa del P. Fr. Miguel que velaba por los destinos de una de
las más beneméritas Provincias de la Congregación.
Pues bien, sépase de una vez que el P. Fr. Miguel de San Agustín fue suspendido
de Vicario General cuando llevaba cuatro años en su oficio. ¿Por qué? ¿Qué
sucedió en la Congregación? Ya hemos dicho que nosotros tenemos un concepto
amplio y clarísimo sobre la naturaleza y los fines de la historia. Tal como nosotros
la hemos trazado, pretendemos ante todo y sobre todo escribir la verdad y toda la
verdad, porque las narraciones en que no predomina este criterio acarrean el desprecio
de la crítica, desfiguran la vida real, crean situaciones de ánimo imaginarias
y perjudican los intereses de la vida colectiva.