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HISTORIA GENERAL DE LA ORDEN DE AGUSTINOS RECOLETOS
misterio delineadas las virtudes de los tres votos que constituyen la esencia del
estado regular, por cuanto María en su Purificación nos enseña principalmente a ser
puros, pobres y obedientes. En verdad, acude al templo a limpiarse de la inmundicia
legal, sin necesidad de ser purificada porque era la misma pureza, por no tener
ni siquiera sombra de pecado; y por quitarse el sello de concupiscencia establecido
por la ley mosaica en la generación de los primogénitos, Maria sacrifica su honra.
Hasta tal punto llega la Madre de Dios para enseñar al religioso el amor a la pureza
de alma. Con la misma incomprensible sublimidad enseña la virtud de la pobreza:
siendo Reina de la creación, Madre de Dios, superior a los ángeles y serafines aparece
en Jerusalén como una simple madre, esposa de un pobre artesano, presenta y
ofrece el fruto divino de sus entrañas al modo que solían hacerlo las mujeres más
ínfimas del pueblo y redime a Jesús con la ofrenda de los pobres. Acerca de la obediencia,
María enseña en su Purificación a someterse a la voluntad de los Superiores
aun en cosas que están fuera de la ley. Virgen era antes del parto, en el parto y
después del parto; la ley de Moisés no tocaba con ella, y, con todo, cumple lo ordenado
para las otras mujeres hasta el último ápice, llevada del espíritu de la obediencia
y realzada por el de la humildad. He aquí, pues, a la Virgen querida de los Padres
Recoletos mostrándose Maestra de las virtudes encerradas en los tres votos (*).
(*) En una capilla de la iglesia parroquial de San José, Madrid, venérase ahora la
Virgen de Copacavana, con la misma escultura que había en nuestro convento, y tiene
por título Nra Sra de la Purificación o Candelaria.
Pues bien, además de la capilla dedicada a esta divina Señora en Toledo, existían
ya en 1675, o sea bien entrado el trienio del P. Fr. Francisco, las capillas siguientes,
cuya enumeración sirve para dar idea de lo que era el conjunto.
Al lado del Evangelio la 1.ª: dedicada a N. Sra. de la Concepción, cuyo patrono
era Don José Monje. La 2.ª dedicada al Santo Cristo, del Amparo, cuyo patrono era
Juan Vázquez de Dueñas. La 1.ª del lado de la Epístola pertenecía al patrono de
Diego Marín bajo el título de Santa Gertrudis; la 2.ª dedicada a S. José era de Don
Juan Campoverde; la 3.ª cuyo titular era S. Nicolás fue propiedad de Don Alonso
Díaz de Arellano.