COLECCION ESCUELA DIPLOMATICA_NUM 18
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CAPÍTULO 4 > NUEVAS TENDENCIAS. LA DIPLOMACIA DE LOS CIUDADANOS<br />
de organizar la sociedad, los usos e impactos de<br />
las nuevas tecnologías, la multiculturalidad y la<br />
diversidad racial adquieren visibilidad en la vida<br />
diaria de la ciudad.<br />
La globalización ha estimulado su relevancia<br />
política (Musk, 2008). La debilidad del estado,<br />
tradicional autoridad central común que organizaba<br />
y ordenaba las relaciones internacionales,<br />
ha favorecido que otras instituciones políticas<br />
comiencen a tener poder e influencia en los<br />
procesos y foros de toma de decisiones. De una<br />
estructura vertical rígida, hemos pasado a una<br />
forma más horizontal y flexible, donde comienza<br />
a aparecer un nuevo concepto de ‘ciudadanía’<br />
que reclama el derecho y el deber de intervenir<br />
en el ámbito internacional con voz propia.<br />
La ciudad es también el lugar en el que la globalización<br />
se ‘localiza’ (Sassen, 2001). Las amenazas<br />
y problemas que implica –crisis económica,<br />
convivencia de grupos sociales enfrentados,<br />
desempleo- se perciben especialmente en los<br />
núcleos urbanos. Pero también es ahí donde se<br />
deciden y aplican las medidas más efectivas para<br />
proteger el medio ambiente, impulsar el desarrollo<br />
económico, fomentar la cohesión e integración<br />
social y evitar la pobreza.<br />
La ciudad, por tanto, ha ganado autoridad e influencia<br />
en el ámbito internacional. Al proceso<br />
de descentralización del poder que caracteriza la<br />
política global se ha unido la crisis de legitimidad<br />
del estado nacional: el ciudadano, que percibe la<br />
impotencia del gobierno para defender sus intereses,<br />
otorga mayor confianza a los actores políticos<br />
no-estatales (ONGs, comunidades de expertos,<br />
confesiones religiosas) o a los sub-estatales<br />
(Ayuntamientos o gobiernos regionales). En este<br />
sentido, por ejemplo, los Ayuntamientos de Madrid<br />
(a través del decapitado Madrid Global), Barcelona<br />
(con el plan ‘Barcelona Activa) o Bilbao<br />
(con su iniciativa ‘Ría 2001’) han sabido proyectar<br />
internacionalmente a las empresas locales y reactivar<br />
la producción y el empleo de la ciudad como<br />
no podría hacerlo el gobierno español.<br />
Las ciudades, por último, están más cerca de las<br />
fuentes de la legitimidad política. En un contexto<br />
en el que la voz de los ciudadanos importa, la<br />
ciudad se reconoce como uno de los interlocutores<br />
más válidos para representar los intereses<br />
de los ciudadanos en ámbitos internacionales:<br />
los gobiernos locales están más cerca del votante,<br />
conocen sus problemas e inquietudes más<br />
inmediatas y están capacitados para garantizar<br />
la participación real del ciudadano en el diseño<br />
de las políticas locales. Este es el motivo, como<br />
afirma Sisk (Sisk, 1999), de que los actores locales<br />
necesiten ser completa y sistemáticamente<br />
incluidos en los procesos de decisión de las políticas<br />
globales si realmente se pretende promover<br />
y consolidar los sistemas democráticos.<br />
Por todo ello, especialmente por la dificultad<br />
para resolver los problemas locales sin tener<br />
en cuenta los globales, algunos gobiernos municipales<br />
han comenzado a contemplar en sus<br />
programas objetivos que son propios de una<br />
‘política exterior’ y a desarrollar acciones para<br />
conseguirlos que pueden considerarse propiamente<br />
diplomáticas.<br />
¿Qué es la diplomacia de ciudades?<br />
Como agente diplomático, podríamos decir que la<br />
ciudad es uno de los más antiguos representantes.<br />
Su acción en este ámbito se remonta a la antigua<br />
Grecia, con la significativa intervención de Atenas<br />
y Macedonia en aquel momento histórico, o<br />
al Renacimiento italiano, con el protagonismo<br />
de Milán o Venecia. También en nuestra época la<br />
ciudad ha contribuido de forma muy eficiente a<br />
la consolidación de procesos de paz, como fue el<br />
caso de algunas ciudades situadas en la frontera<br />
entre Francia y Alemania después de la Segunda<br />
Guerra Mundial. Los gobiernos locales continúan<br />
en la actualidad colaborando con Naciones Unidas<br />
en acciones que favorecen la integración social<br />
(contra el Apartheid en Suráfrica), que promueven<br />
procesos democráticos (como ha sucedido<br />
en Latinoamérica o en el Este de Europa) o que<br />
impulsan procesos de paz (como en algunos momentos<br />
del conflicto Judeo-Palestino).<br />
A pesar de esta tradición histórica, se ha prestado<br />
muy poca atención a la participación de las<br />
ciudades en acciones diplomáticas y son escasos<br />
los estudios que analizan su acción, así como los<br />
intentos de definir y sistematizar esas iniciativas.<br />
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