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COLECCION ESCUELA DIPLOMATICA_NUM 18

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4.9. UNA APUESTA VENCEDORA<br />

Todo ello debe hacernos reflexionar mucho.<br />

¿Qué no seríamos capaces de hacer con un apoyo<br />

institucional detrás? Y se me permitirá que<br />

extienda esta idea no sólo a la restauración, sino<br />

también a la hostelería y al turismo, con los que<br />

está estrechamente vinculada. La importancia<br />

de este sector es enorme. La restauración, por<br />

poner un ejemplo, representa un 6,5% de nuestro<br />

PIB, y emplea a más de un millón de personas.<br />

En cuanto a la hostelería, en la actualidad<br />

hay casi 350.000 establecimientos registrados<br />

en España. Si ampliamos el ángulo de visión<br />

hasta el turismo, el sector aporta en torno al<br />

10% del Producto Interior Bruto. Con estas cifras<br />

parece evidente que una de las herramientas<br />

que tenemos más a mano para intentar revertir<br />

dentro de lo posible la crisis radica en<br />

seguir trabajando en la mejora de estos sectores.<br />

Durante estos años, ciertamente, la alta cocina<br />

ha ejercido de locomotora de un sector que en<br />

general ha subido varios peldaños, y no sólo en<br />

la gastronomía de lujo, sino en todos los niveles,<br />

y que con ello ha arrastrado también a la hostelería<br />

y a una buena parte de la industria del<br />

turismo. De hecho, el impacto mediático de la<br />

cocina de vanguardia se podría traducir seguramente<br />

en millones de euros, por lo que parece<br />

el momento para introducir un nuevo parámetro<br />

en lo que buscan los turistas. Mucha gente<br />

viaja no tan sólo para conocer los paisajes, monumentos<br />

y costumbres de nuestro país, o para<br />

gozar de nuestras playas y de nuestra oferta veraniega.<br />

Cada vez hay más turistas que consideran<br />

primordial que en el lugar elegido para sus<br />

vacaciones haya un buen restaurante, un hotel<br />

agradable, una oferta lúdica de bares, en los que<br />

poder comer y pasar una buena velada. Este<br />

cambio ya es palpable, por lo que la administración<br />

debería tenerlo en cuenta para planificar en<br />

clave de futuro: investigar las tendencias y las<br />

preferencias de nuestros visitantes, apostar por<br />

los cambios, sentar las bases de una industria<br />

turística de calidad, tomar medidas para mitigar<br />

la estacionalidad tan característica del sector<br />

turístico, etc.<br />

Este esfuerzo por parte de las instituciones debería<br />

concretarse, por ejemplo, en la formación<br />

del personal del gremio del turismo y de la hostelería,<br />

a fin de que los jóvenes no sólo tuvieran<br />

un acceso más fácil a la enseñanza, sino que terminaran<br />

sus estudios con unos niveles de profesionalidad<br />

excelentes. La crisis no puede ser<br />

una excusa en la que escudarse para abordar las<br />

mejoras que debemos llevar a cabo en estos sectores.<br />

Si la calidad media de los establecimientos<br />

de restauración y de hostelería ciertamente<br />

ha subido mucho en los últimos años, aún hay<br />

trabajo por hacer. En este sentido, la innovación<br />

es fundamental. Una innovación que se puede<br />

hacer a varios niveles, y con medios económicos<br />

muy distintos. No todo tiene que ser innovación<br />

de vanguardia, innovación puntera. La<br />

voluntad de innovar es una actitud positiva que<br />

constituye una garantía de cara a los retos futuros.<br />

Lo que tenemos que proponernos es que la<br />

innovación y la calidad se inscriban en el ADN<br />

de la sociedad española.<br />

Implantarse en el mundo para exportar<br />

Soy consciente de que estoy hablando desde la<br />

vanguardia, que por definición es el vértice de<br />

una pirámide y, en principio se podría pensar<br />

que tiene un ámbito de expansión reducido, que<br />

afecta a sectores limitados o a pocas personas.<br />

Pero en los últimos años se ha visto ya que, pese<br />

a hallarnos en esta franja estrecha, casi elitista,<br />

el eco de lo que hacemos y de lo que decimos no<br />

sólo llega a mucha gente, sino que contagia al<br />

resto del sector. Incluso el propio estatus de cocinero<br />

ha cambiado enormemente desde hace<br />

unos años. Cuando yo empecé en este oficio, a<br />

principios de los ochenta, ser cocinero era un<br />

trabajo anónimo y callado y, de hecho, en muchos<br />

restaurantes de alta cocina el propietario<br />

o el director de sala eran los profesionales más<br />

conocidos. Este es tan sólo uno de los efectos de<br />

la “revolución” que se ha producido en la alta<br />

cocina.<br />

Los cocineros de primera línea estamos, pues,<br />

muy bien situados para dinamizar el sector alimentario,<br />

un sector que, ya hemos visto, es uno<br />

de los más importantes de nuestra economía.<br />

Creo que el momento por el que pasa nuestra<br />

alta cocina es tan extraordinario que sería una<br />

lástima, más que esto, un auténtico pecado, dejar<br />

escapar este tren.<br />

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