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COLECCION ESCUELA DIPLOMATICA_NUM 18

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CAPÍTULO 1 > EL RETO DE LA DIPLOMACIA PÚBLICA. LA MARCA ESPAÑA<br />

El problema nacional y la realidad<br />

española<br />

Los cambios ocurridos en lo institucional, lo<br />

político, lo económico, lo social y lo cultural<br />

han originado movimientos de gran calado<br />

han variado muy profundamente la forma en<br />

la que los españoles perciben su país. También<br />

han transformado la forma en la que España<br />

se percibe fuera. A su vez, estas nuevas realidades<br />

no son sólo consecuencia de la acción<br />

de las tres últimas generaciones de españoles.<br />

La España actual es el fruto de una historia<br />

muy larga, continuada desde hace más de tres<br />

mil años. Si se tienen en cuenta algunas imágenes<br />

que los españoles han hecho suyas a lo<br />

largo de estos años, la duración es aún mayor.<br />

España se proyecta en la historia en decenas<br />

de milenios. Podemos rastrear rasgos complejos<br />

y sofisticados de algunos elementos que<br />

han acabado configurando la España que conocemos,<br />

mucho más lejos en el tiempo que<br />

cualquier otro país de Europa. Por su posición<br />

estratégica y sus legendarias riquezas, España<br />

ha conocido culturas de muy diverso tipo.<br />

Hasta la punta más occidental de Europa, llegó<br />

pronto gente de Oriente. Los iberos, los<br />

celtíberos y los Tartessos trataron, conocieron<br />

e imitaron a fenicios y cartagineses. Luego, en<br />

el siglo X de nuestra era, hubo otra invasión<br />

que orientalizó otra vez España.<br />

Esta continuidad excepcional y la diversidad<br />

que ha sido capaz de integrar forman parte<br />

de la identidad de España. Han sido objeto de<br />

orgullo para los españoles. Al mismo tiempo,<br />

complican la comprensión de la naturaleza y<br />

el significado de lo que llamamos España. Ninguna<br />

nación se enfrenta a una tarea sencilla a<br />

la hora de describir lo que constituye su identidad.<br />

El caso español resulta especialmente<br />

complicado.<br />

Desde las cuevas de Altamira –por seleccionar<br />

un punto de arranque, siempre arbitrario-, la<br />

historia de España continúa con la civilización<br />

tartésica, los enigmáticos iberos, los pueblos<br />

celtíberos, los fenicios y los cartagineses, los<br />

griegos, los romanos –y con ellos la latinización<br />

y la cristianización de España-, los judíos,<br />

los godos, los musulmanes, la empresa<br />

de la Reconquista, la España mediterránea de<br />

la Corona de Aragón, la americana de Castilla,<br />

la España europea del Imperio y de la Corona<br />

española, la España ilustrada y reformista, la<br />

liberal del siglo XIX, la del fracaso de la democratización<br />

en el primer tercio del siglo XX y el<br />

éxito de la Monarquía parlamentaria y democrática…<br />

A la hora de reproducir una imagen<br />

mental de España, resulta imposible prescindir<br />

de ninguno de estos jalones.<br />

Por si fuera poco, el ritmo acelerado en el que<br />

España ha vivido en los últimos 35 años se ha<br />

intensificado en los últimos quince. El progreso<br />

económico iniciado en 1996 se contrajo<br />

a partir de 2007, y la ambición por ocupar un<br />

puesto de primer orden en la escena internacional<br />

fue sustituida por objetivos de otro<br />

orden, que probablemente restaron protagonismo<br />

a nuestro país. La crisis económica, por<br />

su parte, interrumpió más de una década de<br />

crecimiento. Ha puesto de relieve algunas de<br />

las debilidades estructurales de nuestro país,<br />

aunque también algunas de sus fortalezas,<br />

como es la resistencia de nuestra sociedad, su<br />

fortaleza institucional, la disposición de los<br />

españoles a aceptar reformas difíciles.<br />

La crisis económica ha revelado que una parte<br />

importante de la opinión española sigue fiel<br />

a una visión atormentada de su propio país.<br />

A veces parece que España estuviera inmersa<br />

de nuevo en una crisis existencial exclusiva.<br />

En realidad, lo ocurrido en los últimos años<br />

ha demostrado una vez más que España es un<br />

país como los demás europeos, u occidentales.<br />

Está sometida a las mismas tensiones que<br />

los demás, y, como el resto, obligada a buscar<br />

soluciones propias –y al mismo tiempo comunes-<br />

a problemas que no son sólo nuestros. Ni<br />

la crisis de deuda, ni la reforma del Estado de<br />

bienestar, ni los problemas del sistema financiero<br />

son asuntos únicamente españoles. Con<br />

la instauración en España de la democracia liberal,<br />

en los años setenta, se llegó a afirmar<br />

que por fin éramos o volvíamos a ser un país<br />

normal. Fue el penúltimo avatar de un debate<br />

a veces un poco artificial, aunque relevante a<br />

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