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COLECCION ESCUELA DIPLOMATICA_NUM 18

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CAPÍTULO 1 > EL RETO DE LA DIPLOMACIA PÚBLICA. LA MARCA ESPAÑA<br />

antiguas conservadas y recreadas a lo largo de<br />

los siglos, o a formas de convivencia política que<br />

siguen sin perder vigencia. No es difícil relacionar<br />

esta disposición de la cultura española con<br />

el fondo que late en algunos de los estereotipos<br />

más cursados sobre lo español. Sea cual sea la<br />

forma que adopten, muchos de ellos hablan de<br />

lo mismo: vitalidad, intensidad, autenticidad.<br />

Se trata también, en contra de lo que a veces se<br />

piensa, de seriedad. Haría mal quien confundiera<br />

ese fondo cultural con desahogo y diversión.<br />

Hay una dignidad y una seriedad específicas de<br />

lo español, relacionadas con una concepción<br />

irrenunciable de la dignidad del ser humano,<br />

de raíz cristiana y estoica. Por lo menos hasta<br />

el siglo XX, el arte y la cultura españoles siempre<br />

han tratado a sus criaturas con dignidad. Y<br />

se han esforzado por mirar con franqueza –y no<br />

olvidar- las realidades más duras de la vida. Sin<br />

esa gravedad no se entienden las formas de vida<br />

y de expresión hispánicas.<br />

Diversidad y pluralismo<br />

Se ha hablado mucho de la intolerancia española.<br />

Uno de los iconos de lo español es una famosa<br />

pintura de Goya que muestra dos personajes<br />

condenados, se podría decir, a pelear sin tregua<br />

para toda la eternidad. Se suele justificar este estereotipo<br />

echando mano de los múltiples episodios<br />

de violencia interna que sacuden la historia<br />

de España. También han caracterizado a muchas<br />

otras naciones. Las comunidades políticas nacionales,<br />

en particular de la envergadura de la española,<br />

tienen, inevitablemente, una dimensión<br />

trágica que no deberíamos esforzarnos por negar.<br />

Tan importante, o tan sagrado es lo que se ha hecho<br />

mal como lo que se ha hecho bien.<br />

Aun así, el asunto tiene una dimensión distinta,<br />

que se advierte en cuanto se plantean los mismos<br />

hechos en un horizonte más amplio. Se<br />

observará así que, en contra del tópico, uno de<br />

las características más persistentes de la cultura<br />

española es el gusto de los españoles por la diversidad<br />

y el pluralismo.<br />

La España que sirvió de fondo común a las políticas<br />

de expansión, de enfrentamiento y de<br />

alianza de los reinos y los territorios cristianos<br />

(y algunos musulmanes) durante la Reconquista<br />

no impone unos usos únicos a todos. El modelo<br />

político al que se tiende es el Imperio, que permite<br />

integrar la diversidad de costumbres, jurisdicciones<br />

y usos políticos. La alianza política<br />

definitiva sellada con el matrimonio de Isabel<br />

y Fernando toma como modelo la constitución<br />

política federal propia del Reino de Aragón, tan<br />

española como la más centralizada del Reino de<br />

Castilla. Este modelo federal no había impedido<br />

a los aragoneses manifestar un dinamismo extraordinario<br />

durante varios siglos en multitud<br />

de aspectos, ya sea comercial, territorial, cultural,<br />

legislativo o artístico. Como apuntaron Miguel<br />

Batllori y Ceferino Peralta, sólo el repliegue<br />

en lo local ocurrido a partir del siglo XVI parece<br />

explicar el decaimiento de algunos de los territorios<br />

aragoneses en ese tiempo 11 . No era ese el<br />

proyecto de Fernando de Aragón, tan admirado<br />

por Maquiavelo y los italianos, cuando, una<br />

vez puesta a salvo la identidad política de Aragón<br />

dentro de la nación española, proyecta esta<br />

misma comunidad nacional, y a Aragón con<br />

ella, al escenario europeo.<br />

Heredó aquel impulso la Monarquía compuesta<br />

española, o Monarquía católica, que suscitó<br />

la admiración de sus contemporáneos por su<br />

dimensión y sobre todo por su complejidad.<br />

¿Cómo era posible gobernar territorios tan distantes<br />

y tan diferentes? Se dirá que el experimento<br />

salió mal. No fue así del todo. Aunque<br />

mermadas, las posesiones europeas de la Corona<br />

española no se perdieron hasta el siglo XVIII.<br />

España tuvo un papel decisivo en la configuración<br />

de Europa: las potencias que la combatieron<br />

entonces no lo han olvidado nunca, como<br />

ya se ha dicho. Desde esta perspectiva, los españoles<br />

han acabado creyendo lo que fue en<br />

su tiempo propaganda política, muy parecida<br />

a la que en el siglo XX se elaboró contra Estados<br />

Unidos: las dos van más allá de la crítica a<br />

unas políticas concretas y se dirigen contra la<br />

naturaleza misma de la potencia que intentan<br />

11 BATLLORI, MIGUEL, S. I., y PERALTA, CEFERINO, S. I., Baltasar Gracián en su vida y en sus obras, Institución Fernando el Católico,<br />

1969, p. 15.<br />

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