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COLECCION ESCUELA DIPLOMATICA_NUM 18

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CAPÍTULO 4 > NUEVAS TENDENCIAS. LA DIPLOMACIA DE LOS CIUDADANOS<br />

consolidación de los principios democráticos.<br />

Madrid contribuye con ese interés a través de la<br />

exportación de modelos de gestión democrática<br />

local. Como se recoge en el Plan General vigente,<br />

el Ayuntamiento madrileño tiene como prioridad<br />

el fortalecimiento del poder y la mejora de<br />

la gestión de los municipios de las zonas receptoras<br />

(lo que denominan ‘enfoque municipalista’).<br />

Sus proyectos están adaptados a las necesidades<br />

y políticas municipales del socio local y se<br />

definen de acuerdo con sus intereses, pero están<br />

dirigidos a garantizar la participación de todos<br />

los ciudadanos y a asegurar que procesos de decisión<br />

transparentes. En el desarrollo de estos<br />

proyectos, Madrid se adapta y cumple con las<br />

condiciones que actualmente recomiendan los<br />

expertos para una buena práctica democrática:<br />

dialoga e interactúa con los agentes sociales del<br />

socio beneficiario, desarrolla los proyectos en<br />

colaboración con ONGs que trabajan en el área y<br />

cuenta con sistema de seguimiento y de evaluación<br />

de la calidad de la gestión.<br />

Otro ejemplo destacable es la acción desarrollada<br />

por la ciudad de Barcelona en el entorno mediterráneo.<br />

En este caso, el objetivo diplomático<br />

que subyace a los proyectos de cooperación, es<br />

contribuir a la paz y estabilidad de la zona, a través<br />

de actividades que fomenten la cohesión social<br />

y que prevengan la generación de conflictos<br />

En este sentido, Barcelona lideró una primera<br />

iniciativa para promover la cooperación y seguridad<br />

en la zona mediterránea que se denominó,<br />

precisamente, ‘Proceso de Barcelona’, y que<br />

ahora está integrado en la política euro-mediterránea<br />

de la Unión Europea. Sin embargo, esta<br />

ciudad sigue jugando un papel muy significativo<br />

en el área, no sólo por albergar los encuentros y<br />

parte de las oficinas que gestionan los proyectos,<br />

sino también porque participa directamente con<br />

otras ciudades europeas en numerosos planes.<br />

Por ejemplo, son destacables algunos proyectos<br />

de acción directa como el desarrollado en Ciudad<br />

de Gaza, para reconstruir el mercado local<br />

que vuelva a revitalizar el comercio de la ciudad,<br />

el de Nablús (Cisjordania), para apoyar al movimiento<br />

asociativo juvenil o el de Trípoli (Líbano)<br />

que en el marco de la red Med-Cities se propone<br />

la dinamización económica y la creación de<br />

empleo.<br />

Lo denominemos ‘poder blando o soft power’<br />

(Nye, 2004) o ‘poder simbólico’ (Noya, 2005),<br />

la percepción positiva de los ciudadanos en relación<br />

con un estado o con una entidad política<br />

de cualquier orden, descansa en su capacidad<br />

para resolver los problemas que la sociedad tiene<br />

planteados. La imagen atractiva importa menos<br />

para la reputación que el método utilizado para<br />

conseguirlo. En este sentido, podría afirmarse<br />

que los que más ha interesado en el ámbito internacional<br />

del cambio estético de la ciudad de<br />

Bilbao, no son tanto los objetivos conseguidos<br />

como la estrategia seguida para lograrlos. Como<br />

afirma el informe de la OCDE sobre ‘Metrópoli<br />

30’ o sobre ‘Bilbao-Ría 2000’, lo que destaca<br />

de estos proyectos es su habilidad para implicar<br />

a empresas privadas y públicas, su destreza<br />

para mantener una posición política neutral y<br />

su capacidad para desarrollar contactos. (OCDE,<br />

2010). Es el ‘modelo de acción’ lo que resulta<br />

atractivo y la posibilidad de que Bilbao comparta<br />

su experiencia y asesore a otras ciudades lo que<br />

realmente fundamenta su reputación.<br />

Conclusión: aportación de las ciudades<br />

a la ‘marca España’.<br />

Fernando Polo, director del Reputation Institute<br />

para España, afirma que, a pesar de los efectos<br />

negativos de la crisis económica, este país sigue<br />

siendo fuerte en ‘atributos blandos, como estilo<br />

de vida, gente amable y simpática, posibilidades<br />

de ocio y entretenimiento, y cultura’ (El País,<br />

mayo de 2012). E indudablemente será necesario<br />

recurrir a esas cualidades cuando se trate de elaborar<br />

una ‘marca-España’, no sólo porque son<br />

aspectos positivos, sino porque son rasgos reales<br />

que reflejan bien a la población de este país.<br />

Es también evidente que las ciudades españolas<br />

pueden aportar innumerables experiencias en<br />

esa dirección.<br />

Sin embargo, en el nuevo contexto político global<br />

y con las nuevas condiciones que exige una<br />

diplomacia pública efectiva, se constata que la<br />

imagen de un país depende más de su contribución<br />

efectiva al debate internacional que de su<br />

capacidad de acogida al visitante. Uno de los expertos<br />

en esta ‘nueva diplomacia’, Jan Melissen,<br />

del Clingendael Institute, definía la diplomacia<br />

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