COLECCION ESCUELA DIPLOMATICA_NUM 18
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1.6. QUÉ QUEREMOS DECIR CUANDO DECIMOS ESPAÑA<br />
debilitar. (En otros momentos, que llegan hasta<br />
el “esperpento” como esencia de lo español, los<br />
españoles también han parecido hacer suyo una<br />
imagen elaborada por la Ilustración y dotada<br />
de rasgos específicos de oscurantismo y atraso<br />
para definir su propio proyecto en contraste con<br />
ella.)<br />
En España, la Monarquía compuesta prevaleció<br />
siempre. A mediados del siglo XVII, la victoria<br />
sobre la rebelión de los catalanes no llevó al Rey<br />
ni a sus ministros a suprimir los fueros aragoneses.<br />
Tampoco Felipe II los había suprimido<br />
tras la rebelión de Juan de Lanuza, el Justicia de<br />
Aragón. La nueva dinastía borbónica no suprimió<br />
los fueros vascos ni los navarros. Más que<br />
de centralización, se trataba de una respuesta a<br />
la toma de posición de las elites aragonesas en<br />
la Guerra de Sucesión. En cuanto a las políticas<br />
reformistas de la administración borbónica, son<br />
las propias de la Ilustración europea, y no sólo<br />
francesa. La Corona, en España, siguió siendo la<br />
garantía última del respeto a la pluralidad española.<br />
Lo que en última instancia une a los españoles<br />
es una persona que encarna una realidad<br />
previa a la política y que esta debe respetar.<br />
Este pluralismo político español no ha desaparecido<br />
nunca. Los intentos de establecer en<br />
España un sistema centralizado, inspirado del<br />
modelo francés, no han tenido éxito aunque<br />
no siempre sus resultados han sido completamente<br />
negativos. El Estado de las Autonomías<br />
es el último acontecer de esa característica. Para<br />
apreciarla en lo que vale, conviene recordar ese<br />
empeño de los españoles por preservar y recrear<br />
lo que consideran propio. El equilibrio entre esa<br />
tendencia y la voluntad de integrar unidades<br />
políticas amplias no siempre ha sido fácil. España<br />
no acabó conformándose como una estructura<br />
imperial propiamente dicha, como más de<br />
una vez se insinuó en tiempos de la Reconquista.<br />
La comunidad política española es más sólida<br />
y más densa. Está más cercana a la comunidad<br />
nacional que a la estructura imperial 12 . Este hecho<br />
ayuda a entender su resistencia y, al mismo<br />
tiempo, la relativa precariedad del equilibrio.<br />
Esa es la verdadera dimensión de la “intolerancia”<br />
española.<br />
La capacidad –o la vocación- para integrar la diversidad<br />
se percibe también en la España americana,<br />
que encontró fórmulas originales para<br />
gestionar el pluralismo. Corresponde a un hecho<br />
propiamente español, bien perceptible en<br />
un ámbito ajeno a la política, como son las costumbres,<br />
el idioma, los usos culturales. Ortega<br />
explicó en Berlín, en 1949, que era imposible<br />
encontrar una fórmula para lo europeo puro 13 .<br />
Lo europeo sólo se hace presente a través de culturas<br />
específicas, en general nacionales. Las nacionalidades<br />
no impiden que seamos europeos.<br />
Al revés, somos europeos porque somos españoles,<br />
franceses, italianos o polacos, entre otras<br />
muchas nacionalidades. El análisis, que tiene su<br />
origen en el pensamiento conservador surgido<br />
en la polémica contra la Ilustración y la Revolución<br />
Francesa, no se puede aplicar tal cual a España.<br />
Ahora bien, así como la identidad española<br />
es muy clara, bien perceptible y reconocible en<br />
cualquier lugar, también es evidente que existen<br />
muchas y muy diversas maneras de ser español.<br />
En sus Meditaciones del Quijote, su primera<br />
obra, Ortega se plantó delante del monasterio<br />
de El Escorial para preguntarse qué es España. Es<br />
una elección significativa porque El Escorial es<br />
uno de esos lugares, no muy numerosos, donde<br />
lo español aparece por sí mismo, sin pasar por<br />
ninguna otra expresión más local o más parcial.<br />
(Esto no quiere decir el Monasterio de San Lorenzo<br />
de El Escorial sea más español, o menos,<br />
que cualquier otra manifestación de la cultura<br />
española.) Más que responder directamente a su<br />
propia pregunta, Ortega ofrece una evocación<br />
del Quijote y del espíritu cervantino en lo que el<br />
quijotismo tiene, justamente, de superposición<br />
de múltiples perspectivas sobre una realidad que<br />
en última instancia se nos escapa siempre, aunque<br />
el mismo movimiento se esfuerce por idea-<br />
12 Para una posición distinta, SOSA WAGNER, FRANCISCO y SOSA MAYOR, IGOR, El Estado fragmentado. Modelo austro-húngaro y brote<br />
de naciones en España, Trotta, 2007. Otra perspectiva en GARCÍA ROVIRA, ANNA MARÍA (ed.), España, ¿nación de naciones?, Marcial<br />
Pons, 2002. Y otra, crítica con los nacionalismos: GONZÁLEZ ANTÓN, LUIS, España y las Españas, Alianza Editorial, 2007.<br />
13 ORTEGA Y GASSET, JOSÉ, Meditación de Europa, Obras Completas IX, Alianza Editorial – Revista de Occidente, 1997, pp.245-313<br />
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